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Volver a las raíces de lo auténtico
Volver a las raíces de lo auténtico
Por: Víctor Corcoba Herrero

Lunes 18 Agosto 2014 | 04:00

Volvamos a las raíces. Somos hijos de la música del tiempo. Herederos de un universo que habla de nosotros. Ciertamente tenemos que armonizar sintonías. Rehacer nuestro propio arraigo con el entorno. Inventarnos lenguajes más armónicos. Abandonar lo que nos destruye como personas. Hay un mundo interior desconocido. Una atmósfera que va más allá de las palabras. Una mística que tiene su propia liturgia ajena a todo sentimiento de superioridad o de dominio. Todos, en el fondo, tenemos una misión que cumplir. No lo podemos hacer en solitario. Busquemos puntos de referencia, referentes, para recomponer tantas unidades rotas, destrozadas, hundidas.

Indudablemente, hemos de volver al corazón de las cosas, a dejarnos sorprender por su poesía. Este es el auténtico desvelo que debemos avivar, y no el de la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos. Me niego a que me impongan el yugo de la esclavitud. Reflexionemos. Sé que no es fácil determinar los derechos y las obligaciones de cada cual, de los que aportan el capital y de lo que ponen el trabajo, máxime en un mundo tan complejo. Por eso, hoy más que nunca la ciudadanía demanda con toda razón que los derechos humanos se apliquen en todo el mundo, frente a cualquier otro interés de poder.

La corrupción desde siempre ha estado al alcance de la mano. Hay una podredumbre que todo lo corrompe. ¿Quién no se ha sentido Dios alguna vez?. Si tomásemos las raíces de nuestra existencia primera, tomaríamos con más ilusión el ayudar a los demás, en lugar de servirnos de su miseria. Necesitamos transformarnos, recuperar la conciencia solidaria, el carácter humano y universal de lo creado, salir al encuentro del despojado, hacer memoria de la vida pasada, crecer hasta convertirse en una verdadera luz. Cualquier ser humano se merece un horizonte por el que caminar sin desesperación. Tenemos que dejarnos conducir menos por el poder y más por la brisa suave de nuestras habitaciones interiores. Es saludable escucharse para poder tomar el camino acertado. Busquemos el silencio como un proceso creativo. En un asunto de discernimiento, hasta la soledad deseada es la mejor compañía. Desde luego, necesitamos volver a empezar en tantas cosas. La originalidad consiste en volver al comienzo, a la simplicidad de las primeras soluciones. No olvidemos que pasamos de lo dicho a lo contradicho con una facilidad prodigiosa, y aunque lo que ha sido, hoy ya no es, vale la pena persistir, reanudar, emprender. No vayamos al mar sin estrella que nos oriente, ni por la tierra caminemos sin libro que nos cautive.
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