E s una pena, por decir lo menos, transitar por el cauce del río Portoviejo desde su inicio en la represa de Poza Honda, allá por el sitio Las Mercedes, de la parroquia Ayacucho del cantón Santa Ana, hasta su desembocadura misma en el océano Pacífico, debido al trato criminal que en verdad le dan los moradores de los lugares por donde este pasa, y que aunque parezca mentira, en el sector poblacional donde mayor mal trato se le infiere es en lo comprende el cantón Portoviejo, en su paso por la ciudad.

Puede advertirse, con toda la objetividad del caso, que en el río Portoviejo, en su recorrido por la capital, existen infinidades de tuberías provenientes seguramente de domicilios de familias sin conciencia, cuyas aguas putrefactas descansan en su cauce, confundiéndose de tal manera con la poca que presenta en épocas de verano.