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Santo Domingo de los Tsáchilas
CRÓNICA DEL DÍA: Un trabajo de puro ñeque

Desde hace 20 años Heraldo Zambrano se dedica a la albañilería.

Martes 22 Julio 2014 | 09:08

Es oriundo de Portoviejo, Manabí. A sus 13 años tuvo la oportunidad de viajar y vivir en Guayaquil. Fue allí donde aprendió la labor de la construcción. Inició como ayudante.
“Siempre me ha gustado este oficio”, dice Heraldo. 
Él sabe que ser albañil es una labor que implica riesgos, pero asegura que es lo mejor que sabe hacer. 
“Es una profesión riesgosa porque uno debe estar subiéndose a los andamios, construyendo paredes grandes, enluciendo fachadas altas y muchas otras tareas difíciles”, añade.
El arte de la construcción, como es conocida esta labor, es una de las más antiguas y que ha ido perfeccionándose con el pasar de los años. 
Los cambios tecnológicos en la rama de la arquitectura obligan a los albañiles actualizar sus conocimientos y sobre todo sus técnicas para seguir siendo tomados en cuenta. 
Heraldo es el único que trabaja en la familia.  
Asegura que hay ocasiones en que labora un mes y descansa dos semanas y luego vuelve “al ruedo”.
Tiene dos hijos a quienes debe apoyarles.
En su caso es un albañil independiente. “Es un trabajo que a veces hay y a veces no”, recalca el hombre de 42 años. 
Dice que siempre debe estar buscando alguna forma de ocuparse para generar ingresos. Comenta que hay temporadas buenas porque las obras suelen durar hasta un año.
Cuando no hay trabajo debe asumir la función de ayudante a algún maestro.  
Sus ingresos mensuales son de 300 a 400 dólares.  
Leonardo Rosero es un albañil con mejores condiciones. 
Recuerda que en varias ocasiones le ha tocado salir de la ciudad para construir conjuntos habitacionales.
Leonardo tiene cuatro hijos y siempre procura que no les falta nada. 
Por sus viajes constantes ha perdido la oportunidad de dedicar tiempo a los suyos.
“Siempre me llaman a laborar en la Sierra. No puedo rechazar las propuestas porque son oportunidades que me da la vida para solventar a mi familia”, expresa.
Considera que es un trabajo con sacrificios, que le ha hecho alejarse de su familia, además de ser una forzada labor.
Para él ser albañil es uno de los trabajos menos reconocidos. “Es muy duro y lo que gano no me alcanza para mantener a mis cuatro hijos que estudian. Hay que ser creativo, a veces uno debe ser quien proponga la estructura de una casa o un edificio”, menciona al referirse que no sólo deben demostrar las habilidades físicas o la fuerza, sino también el intelecto. 
Este criterio lo comparte Heraldo. El manabita sostiene que la gente no valora lo que hacen.
“Los dueños de obras o quienes nos contratan deberían asegurarnos, ser albañil es un trabajo riesgoso”, explica. 
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