Por información recogida de la prensa local, se conoce que el alcalde elegido en la última contienda electoral, el ingeniero Agustín Casanova, ha pedido de manera pública al alcalde en funciones, Dr. Humberto Guillem, que se abstenga de firmar específicamente un contrato de obra a favor de la entidad municipal.

Esto bajo el argumento de que él, dentro de su plan de trabajo, lo tiene previsto con un mejor alcance y proyección y bajo ciertos parámetros de contabilidad a favor de los intereses municipales.

Sin que el presente comentario tenga algo que ver con lo ventajoso o no del contrato, puesto que según su objetivo es de carácter técnico, lo que evidentemente no es nuestro campo por carecer fundamentalmente del suficiente conocimiento, empero, vale decir que desde el punto de vista estrictamente jurídico, toda contratación pública, sea bajo procedimientos dinámicos como la subasta inversa, licitación o bajo el mecanismo de procedimientos especiales, emergentes incluso, requieren de la observación de términos y plazos señalados en la Ley. 

En otras palabras, del cumplimiento exacto y puntual del proceso de contratación en toda su magnitud.

Estimados, sin embargo, que la petición hecha por el ingeniero Casanova no está fuera de contexto, es entendible su preocupación habida cuenta que lo que más desea, por lo demostrado, es hacer una buena administración municipal que difiera de manera ostensible de las habidas últimamente, cuyo norte poco menos que perdido desde el inicio de su gestión.  

Pero también es comprensible la posición del actual administrador: 

Él será alcalde hasta el último día de su gestión, por una parte.

Por otra, tal parece que se trata de un proceso en marcha.

Esto,  de ser así, no puede frenarse a menos que exponga a la Institución y tenga que soportar una o varias acciones civiles conducentes a la reparación de daños y perjuicios por parte de los interesados, de los propios oferentes o del adjudicatario, cuando el contrato ya ha sido adjudicado a la mejor oferta, por violación a norma expresa y del debido proceso.

Este tipo de roces entre el servidor saliente con el entrante siempre se ha dado, a nadie debe sorprenderle esto. 

Llama sí la atención, en el presente caso, porque el alcalde electo fue empleado del Municipio de Portoviejo en la actual administración, lo que hace suponer, en todo caso, que sus relaciones de amistad y de trabajo son de mutuo respeto, por lo que no cabe el insulto, el irrespeto y la diatriba.