Esto al construir un edificio denominado Casa Judicial.

Está a tres kilómetros distante del Palacio de Justicia y que ha dado como negativa consecuencia la fragmentación física del servicio judicial.

Si se detectó insuficiencia de espacio en el actual Palacio de Justicia para aplicar el nuevo modelo de gestión, lo primero que debieron hacer era informarse debidamente sobre las reales posibilidades de ampliación de dicho inmueble. 

Este edificio fue diseñado para diez pisos, pero solo se construyeron siete por disposición de la Dirección de Aviación Civil.

Esta entidad gubernamental, en su oportunidad prohibió más altura argumentando que los otros tres pisos no debían construirse porque estaban dentro del cono de aproximación de la pista de aterrizaje del aeropuerto. 

Al haberse clausurado dicho aeropuerto debieron aumentarse dos o tres plantas para albergar en un solo edificio todas las oficinas del servicio judicial. 

Es más, existe una terraza a la altura del tercer piso totalmente inutilizada que, bajo un correcto diseño arquitectónico que guarde relación con el conjunto estético del edificio, bien pudieron construirse las plantas que demanda las nuevas necesidades administrativas. 

Pero si estas soluciones eran insuficientes, junto al edificio del Palacio de Justicia existe un terreno vacío que bien pudo ser expropiado y levantar una edificación que guarde armonía arquitectónica con el palacio mencionado. 

De esta manera se cumplía fielmente con lo que usted, señor Presidente, esta pregonando.

Y que se ha venido ejecutando en otras ciudades del país: Concentrar en un solo edificio todo el servicio público afín. 

La ampliación del edificio, tal como está planeado, le hubiera significado al erario nacional un ahorro por lo menos cuatro millones de dólares.

Actualmente se está arremetiendo contra la estética interior del Palacio de Justicia al construir callejones con tufo de conventillo y obstruir las salidas del personal que ahí labora, en caso de conmoción producida por incendio, terremoto o cualquier inesperado hecho que cause pánico colectivo. 

Esto es prueba fehaciente de supina estupidez y manejo irresponsable de fondos públicos. 

No hay duda que la codicia es una enfermedad que embrutece y enceguece.

Las instituciones se fortalecen depurándolas.

Y, si es necesario extirpar un tumor que está afectando la salud administrativa de un organismo.

No hay más alternativa que eliminar ese foco infeccioso.