El sistema electoral nuestro, supone que quien se postula para desempeñar un puesto de elección popular, tiene objetivos concretos, propósitos de servicio, que deberían inducir a la ciudadanía a elegirlo. 

Pero no es visible que los candidatos actuales aprovechen ese tiempo y esa oportunidad; se han acostumbrado a expresar generalidades, casi siempre lo que sería el objetivo de cualquier programa, al margen de detalles indispensables que son el cuándo, cómo y con qué.

“Voy a eliminar la corrupción”, dice uno, pero no demuestra saber cómo evitar que los operadores del equipo caminero cobren a las comunidades por el trabajo que realizan en sus vías. 

Tampoco saben cómo evitar que la gente ligada a los departamentos financieros cobre por tramitar pagos por obras y servicios cumplidos.

No he leído ni escuchado a un candidato, explicar a los electores el contenido de su programa de gobierno seccional, de su función legislativa (para el caso de los concejales). Solamente se hace exhibición del nombre del candidato, junto a la función a la que aspira. Pero es que el auditorio no es exigente; nadie pregunta en detalle por el programa de gobierno; nadie averigua cómo se llevará a efecto determinada labor; parecería que los electores suponen que debe saber cómo hacerlo y solamente lo interesante de la propuesta determina el apoyo al proponente.

Lo más grave viene luego, cuando comienzan a gobernar sin brújula, sin norte, guiados únicamente por su percepción personal y al margen de estudios serios y procesos de planificación que den solidez a las realizaciones del gobierno seccional.

Personalmente creo que las candidaturas deberían contar con grupos de planificación que elaboren todos los niveles de la planificación; que proporcionen al candidato, perfiles para sus intervenciones públicas; un plan global, para sus discusiones académicas; proyectos tipo para definir a forma de trabajo a llevar a cabo, etc.

El programa de trabajo debería ser la mejor herramienta del candidato para su campaña, porque en él se deben conjugar las necesidades de los electores con los recursos institucionales y las posibilidades de solución a los diferentes problemas expuestos

Quien no lo tiene, realiza una campaña floja, sin sustento técnico y debería corregir a tiempo esa falencia, para que su gobierno, en caso de ganar, tenga posibilidades de cumplir los anhelos de los electores que, en definitiva, son la motivación que mueve la participación ciudadana en las elecciones periódicamente.

Los electores, bien harían en investigar antes y a tiempo, los contenidos de cada plan para que los sufragios sean realmente votos inteligentes que buscan soluciones a los problemas del cantón o la provincia; sobre ese conocimiento, los votos serían las herramientas efectivas que están llamados a ser, según la legislación.