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Desechar vanidades
Desechar vanidades
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 29 Diciembre 2013 | 04:00

Me refiero a esa vanidad que hace olvidar los valores morales principales y enciende las pasiones que turban la mente, minimizando el valor del hogar en el que predomine el amor, la confianza, el respeto; donde se prioricen los valores humanos rechazando la mentira, la desunión, la inmoralidad.

En épocas como la presente, en las que el hombre se llena de gozo,  blanqueando su conciencia, evocando prístinas intenciones, es justo aprovechar el momento para vigorizar la búsqueda de una mejor convivencia comunitaria.  
Para ello hay que creer en uno mismo; en la familia como base generacional, moral, espiritual, ética y física de la sociedad comunitaria. 
Creer en y propagar el amor al prójimo como sostén de la humanidad. 
Creer en Dios como el dominio del bien por sobre el mal, observando el derecho a la libertad de cultos y religiones.
Creer en la vida; en el respeto a la historia, al de los grandes personajes que han entregado sus vidas por el mantenimiento de las libertades, el progreso de la humanidad y la mejor comprensión entre ellos.
Creer en el liderazgo político y la dirigencia administrativa, al igual que en la bondad y la sinceridad innata del hombre, surgidas desde el mismo comienzo de la  vida.
Creer en la revolución de las ideas como motivadora de los necesarios cambios beneficiosos de la existencia y en el convivir en sociedad.
Al igual que creer en las buenas intenciones de quienes intervienen en procura del  cambio.
No creer en la superación del hombre denigrando al hombre, la imposición de ideas por sobre las realidades, la idealización de los caprichos, la implantación de autoritarismo. 
Tampoco en el endiosamiento de los hombres, pero sí en ejemplarizar sus buenas acciones y procedimientos.
Creer en nuestros prohombres y en lo que escriben de ellos los historiadores, conscientes que éstos pueden alterar la historia cuando la escriben con pasión, declinando la obligación a la descripción exacta de cómo ocurrieron los hechos a ser perennizados con la mayor exactitud para comentarlos en el presente y recordarlos en el futuro.
Creer en la vida, en nuestras gentes y el respeto hacia ellas: 
De quienes se creen fuertes por su juventud y de aquellos pasaditos de la línea equinoccial de la existencia, que lucen en sus cabezas las condecoraciones plateadas del tiempo.
Creer que en el futuro vamos a cambiar la estupidez de esa misma gente, que habiendo tanta cosa buena por hacer, tanta maravilla que disfrutar, se dedican a perturbarlas, a quitarle vida al planeta, a arrebatarle el perfume a las flores, a intentar desteñir el Arco Iris, el jolgorio a los pájaros, el sentido a la naturaleza.
En fin, creer que soñar es avanzar y proponernos, desde el inicio del 2014, ir hacia adelante, progresar, con valor, decisión y dignidad para defender nuestros derechos y libertades.Valorizarnos, estimarnos.
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