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Tristeza inunda a mujer que tienen a familiares presos en el exterior

Dos mujeres cuentan sus penas al tener a familiares presos en el exterior. La incertidumbre las inunda y cuentan los días para volverlos a ver.

Viernes 27 Diciembre 2013 | 15:03

A Felicidad Delgado ni su nombre ni la época la hacen sonreír.  
Habitualmente Navidad y el Fin de Año son tiempos de unión familiar y armonía, pero para ella estas fechas ya no tienen el mismo sentido. Desde hace tres años y seis meses vive sin uno de los seres que más ama, su esposo, Víctor Bravo, quien un día salió a pescar y no regresó más.
Él está detenido desde junio del 2010 en una cárcel de Atlanta, Estados Unidos, acusado de tráfico de drogas. 
Felicidad vive en Jaramijó junto a sus tres hijos, con quienes se aferra a la idea de que su esposo regresará en poco tiempo.
Las preocupación, el dolor y la incertidumbre se apoderaron de la mujer, sobre porque pocos meses después de la detención de su esposo fue diagnosticada con un tumor maligno, el que está tratando con terapias y quimioterapias.
Sus ojos se llenan de lágrimas y su voz se quiebra cuando recuerda la manera en que unidos celebraban las fiestas navideñas y de Fin de Año. “Era hermoso. Él estaba en casa. Estábamos unidos, éramos una familia feliz. Ahora él está lejos y estas fechas no tienen el mismo sentido sin él”, expresó.
Lo único que la consuela es que cada semana puede saber de él. Sabe que lo tratan bien y que tiene buen comportamiento en prisión. Felicidad pide ayuda al Gobierno para que su esposo regrese al país antes de que se cumplan los seis años de sentencia. 
Mientras tanto, ella y sus hijos pasarán estas festividades como lo han hecho hace tres años, recordando a su familiar que está a miles de kilómetros, en una cárcel extranjera.
Otro caso. 
En la casa de Isabel Reyes la historia es igual. La tristeza llegó a su hogar cuando detuvieron a su cuñado Wellington Macías en el mismo caso de Víctor Bravo. 
Él también está preso en una cárcel de Estados Unidos desde junio del 2010. Pescaba en la misma embarcación en la que laboraba Bravo. 
Isabel contó que desde que detuvieron a su cuñado ha visto cómo su hermana Verónica y sus tres hijos han sufrido por la ausencia de Wellington. 
Y cuando llega esta época del año el dolor es más intenso, agrega. 
Isabel recuerda que cuando Wellington estaba en casa pasaban momentos felices, se reunían y hacían fiesta entre la familia y amigos. “Ahora todo es diferente y estas fechas ya no son especiales. Al menos nos reconforta saber que está bien y que cada semana pueda comunicarse con mi hermana”, expresa.
Verónica y sus hijos viven en la ciudadela Costa Azul, en Manta. Para mantener a sus hijos recicla objetos, cuenta Isabel, quien desea que su cuñado regrese. 
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