Así lo dice Orlando Villafuerte, quien durante 30 años se ha ocupado en este oficio.
Él asegura que cuando las fibras desembarcan pesca grande, el negocio de limpieza se vuelve bueno, ya que por cada especie de dos y cuatro quintales cobran hasta seis dólares por la limpieza y el fileteado, agregó.
Pero cuando hay escasez no les queda más que trabajar en el eviscerado de la pesca chica, que no deja más de un dólar por una “sarta” de 6 y 10 pescados, indica Villafuerte.
En Playita Mía también cumple el mismo oficio Sandro Muñoz, quien dice que a la semana reúne entre 25 y 30 dólares.
En el lugar trabajan más de 30 personas de manera asociada y otra gran cantidad de informales, quienes esperan que este lunes y martes “haya pesca para tener una buena cena y llevar regalos a su hijos y familiares, a quienes mantienen con este trabajo”, indicaron