Sentada en el comedor en compañía de su difunto esposo, “buen mozo” como ella considera, compartían las cenas navideñas y de fin de año.
Para diciembre, su casa se llenaba de arreglos coloridos, al igual que su personalidad.
Hoy, su forma de ser no ha cambiado, pero sí su cabello, ahora es de color gris, que combina perfecto con sus ojos claros. Su cuerpo también cambió, “ahora tengo que hacer más grande mi ropa porque no me queda”, comenta entre risas.
Delgado entró al Centro Gerontológico Guillermina Loor de Moreno hace 12 años. Lo hizo por voluntad propia.
Sus navidades en el lugar “son las mejores”, se siente como en casa, explica.
Al igual que Delgado, Tulio Mendoza y Mélida Álava, una pareja de esposos que viven en el centro, detallan que sus 40 navidades juntos han sido una bendición de Dios.
“Todas las navidades son hermosas si las paso con ella”, son las palabras de Mendoza al referirse a la vida junto con Mélida.
Esta pareja, al igual que Agripina y Zoila Aguayo, unas hermanas que irradian felicidad por donde las miren.
“Aunque nunca tuvimos una Navidad con cenas grande ni regalos caros, nos tenemos la una a la otra”, dice Zoila Aguayo.
Agripina no recuerda haber tenido una muñeca en su infancia, pero sí se le viene a la memoria el amor que le tenían sus padres y familiares. “Nunca necesitamos más de lo que teníamos”, asegura.
Aunque a algunos les cueste caminar, los dolores sean cada vez más intensos y sus manos más débiles, la emoción de que se acerca la Navidad se nota en sus rostros y en sus corazones y para ellos, sin duda, no existe mejores regalos en estas fechas que recordar los momentos y el tiempo compartido con sus personas queridas que forman y formaron parte de su vida.