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Huellas de carbono
Huellas de carbono
Por: Alfredo Saltos Guale

Sábado 02 Noviembre 2013 | 04:00

El reciente Congreso de Acuacultura de Guayaquil fue el marco para debatir un tema de actualidad empresarial y política ambiental, en que se destacó los avances privados para la cuantificación técnica del volumen de emisión de los llamados gases de efecto invernadero (GEI) o huella de carbono, medida en toneladas de CO2 o anhídrido carbónico, que ocasionan el nefasto cambio climático, que ya se hace presente en todas las regiones del planeta.

Se dio especial énfasis a los niveles de contaminación en las actividades camaroneras,  en todas sus etapas  y las crecientes siembras de palma africana, como fuente de  elaboración de aceites comestibles y biocombustibles. 

Para fines de cálculo, los efluvios de metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFCs), perfluorocarbonos (PFCs) y el hexafluoruro de azufre, se expresan en términos de toneladas de CO2g, pero todos ellos resultan  
de la acción directa o indirecta del hombre, se los identifica  como la causa predominante de los desórdenes del clima, con su principal manifestación en el  incremento de la temperatura media global de la atmósfera y los océanos, lluvias intensas, variaciones de radiación solar, sequías imprevistas y otros fenómenos que impactan el crecimiento normal de las plantas, base del abastecimiento de alimentos, que afectan además todas las manifestaciones productivas de la humanidad.
Para el caso concreto de palma aceitera las labores culturales constituyen el 43% del monto total de emanación, sobresaliendo el uso y aplicación de fertilizantes y pesticidas; el procesado intermedio representa el 25% y la distribución del producto final el 7%. Lo importante de la identificación  de los métodos de evaluación es que viabiliza la ejecución de la siguiente etapa, que es la adopción de medidas para mitigar los efectos de esas necesarias tareas, perfectamente posible si se utilizan tecnologías apropiadas para la incorporación de nutrientes orgánicos, controles biológicos de plagas y enfermedades, que produzcan magnitudes mínimas de afectación a la cercana  esfera terráquea. De suerte que en este campo se constituye en un ejemplo a seguir lo realizado por la empresa manabita La Fabril, que ya ha superado el tramo de cálculo para involucrarse en acciones efectivas de reducciones de vapores agrícolas e industriales. Los exigentes consumidores del mundo desarrollado están imponiendo condiciones  rígidas como la certificación que los bienes que adquieren, primarios o elaborados, tengan  etiquetada  la  huella de carbono, en permisibles límites.
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