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He visto tus lágrimas
He visto tus lágrimas
Por: Melba Muñoz Rojas

Miércoles 04 Septiembre 2013 | 00:00

Muchas veces vemos gente que sonríe, gente a la que aparentemente todo le va bien, y sin embargo, puedes encontrar en su rostro huellas de lágrimas. Puedes reconocer tristeza profunda detrás de cada gesto.

Algunos ocultan sus lágrimas porque quieren esconder una tragedia: otros viven así para no traslucir su tristeza. Sin darse cuenta que las lágrimas del alma son casi imposibles de consolar. Sólo con volver nuestra vista atrás, podemos encontrar momentos en nuestra vida en los que experimentamos lo mismo. ¿Quizás lo estamos sufriendo ahora?
Las oraciones llenas de afectos y en especial mojadas con lágrimas tienen una audiencia particular en el cielo.
Pocas cosas destrozan tanto nuestro corazón como intentar reir por fuera cuando las huellas de las lágrimas se escurren por tu mejillas. 
En las lágrimas, lágrimas reservadas y ocultas del ser humano, pues generalmente buscamos hacerlo alejados de las demás personas. No hay cosa más triste y secreta que llorar en silencio, que derramar lágrimas sobre la almohada durante la oscuridad de la noche, cuando nadie se percata de esto.  Cada lágrima que has derramado, por mas oculto que lo hayas hecho, esas lágrimas se encuentran en la redoma de Dios, que es el recipiente de cristal que Dios tiene cerca de él, y además cada lágrima que derramaste la apuntó en su libro.
Y parece que no hace ninguna diferencia que la gente intente consolarnos, ¡A veces, ni siquiera saben lo que nos ocurre! ¡Somos tan buenos aparentando! Y en cierta manera necesitamos hacerlo así, porque (también en el fondo) sabemos que nada pueden hacer. Hay tristezas que no se resuelven con palabras o cariños.
En ese momento y en esa experiencia única, cuando las huellas de nuestras lágrimas están interior pero ferozmente asentadas, debemos recordar las palabras de Aquel que es el único que nos conoce. No hay cosa más triste y secreta que llorar en silencio, que derramar lágrimas sobre la almohada durante la oscuridad de la noche, cuando nadie se percata de esto. Pero Dios se percata por dentro: "He visto tus lágrimas".
Y para mí, esa sencilla frase cambia completamente mi existencia.
No estoy sola. Hay alguien que me conoce y ve lo que hay dentro de mí. Alguien delante de quién no necesito aparentar. Alguien que me ama y me ayuda. El Único que puede, sabe y quiere consolarme. El Señor Jesús. Te lo recomiendo de todo corazón.
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