El sábado anterior, 1º de Junio, se celebró el Día Internacional del Niño, fecha especial dedicada a conmemorar al hombre y a la mujer en sus primeros años de vida, tomándose en cuenta que a esa edad la inocencia, la sinceridad, la alegría y el amor de la persona está por sobre todas las cosas, porque ese amor que nace espontáneamente del niño hacia sus padres, hermanos, abuelos y más familiares, así como profesores, compañeros y amigos de barrio, es algo puro, afectuoso, desinteresado, producto de esa característica inocencia que lleva al niño al retribuir de la misma manera esa cariñosa y tierna atención que recibe de sus mayores, principalmente de su madre, la que da todo de sí por el bienestar y la felicidad de su hijo, el que antes de nacer fuera por algunos meses parte de su ser.
El niño ha sido motivo de escritos, poesías, cánticos y oraciones. Ha sido motivo de foros, reuniones especiales, celebraciones de toda índole, porque este querido ser es digno de todo el elogio y de toda atención por parte de quienes algún día también fueron niños; y manifiestan de esta manera la exteriorización de ese sentimiento que por siempre se ha tenido y se seguirá teniendo a este pequeño ser que, con toda razón, fuera admirado y respetado por Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, cuando en algún momento dijo a sus 12 discípulos: “Dejad que los Niños vengan a mi”.