Productos rápidamente perecibles, como pescados, mariscos, carnes rojas y blancas, se venden en lugares que carecen de agua y los comerciantes llevan líquido en bidones para limpiar los mesones de expendio.

¿Se habrá dado cuenta nuestra corporación de esa situación que se agrava desde hace dos administraciones, cuando el sentido común se tiró al traste y al área de pescados y mariscos se le colocó en el piso porcelanato no antideslizante y no se les dotó de agua?

Muchos se resbalan a diario en ese sitio con un lindo suelo, pero sin agua para lavar el producto ni para lavar pisos, paredes ni utensilios.

Los expendedores de carne tampoco tienen llaves ni agua en sus mesones.

En el patio de comidas los grifos están de adorno. Solo les dan agua dos horas al día, como máximo.

¿Se han fijado que en las naves donde se venden frutas y legumbres tampoco hay servicio de agua?

Y los otros puestos tampoco tienen ese beneficio.

En las calles de los alrededores del mercado, luego de las lluvias, el agua se empoza y emana olores fétidos; y en esas aceras, junto al un lodo nauseabundo, nos venden de todo.

Hay médicos en la corporación y nadie mejor que ellos para saber el peligro potencial al que nos exponen a los portovejenses cuando no hay una buena higiene en esos lugares.

Por menos clausuraron el camal municipal (y con justísima razón).

Cambiando de tema, varios comerciantes que laboran en la terminal terrestre fueron reubicados en ese mismo lugar luego que el Gobierno Autónomo Descentralizado de Portoviejo les ganara un juicio. Ahora denuncian que en esos sitios ya desalojados pondrán a familiares de un concejal que exige a los administradores esa acción; y se sienten perjudicados. ¿Será verdad que hay esa intención incoherente?

Y no he tocado el tema de calles, cortes del servicio de energía y agua, limpieza de la ciudad y otros.

Si es así, que no solo clausuren el camal municipal: ¡Clausuren el Municipio!