Actualizado hace: 939 días 8 horas 46 minutos
Francisco
Francisco
Por: Lilian Alarcón Durán

Viernes 22 Marzo 2013 | 00:00

A rgentina nunca tuvo un esquema protagónico similar. Tener un Messi cuando el nombre de Maradonna no ha perdido vigencia, tener una mujer presidenta en su país y otra que es reina en Europa, continente donde Cristina es modelo para muchos, en los países de crisis espantosas, y finalmente, en El Vaticano, la capital religiosa de occidente, Argentina “pone” un Papa.

El humo blanco le anunció al mundo que la más alta jerarquía de la Iglesia Católica había logrado el consenso suficiente como para designar al sucesor del papa Benedicto XVI, que renunció frente a su impotencia para controlar la lucha de tendencias que corroe a la cúpula romana.  Por primera vez en la historia de la iglesia la designación recayó en un latinoamericano, el cardenal argentino  Jorge Mario Bergoglio, quien asume su papado con el nombre de Francisco l. Viene de la tradición jesuita, que como es conocida por todos, es el sector de la iglesia que tiene mayor cultura social y mayor perspectiva estratégica para cumplir los fines para los cuales fue designado: restablecer el equilibrio institucional e invisibilizar las fracturas interiores que cruzan a la curia romana y al estrecho círculo de poder espiritual y económico que la rodea. Curiosamente se elige el Papa Francisco a las ocho de la noche de Roma. La misma hora en que vemos fotografiados a ocultistas de diferentes épocas, con el mismo reloj detrás, marcando las cabalísticas ocho horas. Es que el ocho es el número del poder.  En América Latina, la masividad e influencia de la fe católica no es reciente, sin embargo el acceso al papado de un representante de su iglesia recién se produce. Seguramente diversas causas influyeron para eso y varias nunca serán conocidas. Pero hay una lectura política de esta elección que es inocultable, imposible esconder: hoy por hoy es en América Latina donde crecen liderazgos capaces de fortalecer la unidad de las amplias masas,  la Iglesia institución quiere intervenir en este proceso,  no para empujar esos cambios, sino para frenarlos. Sin duda,  en el juego de alianzas internas de la soberanía eclesiástica que permitió su elección habrá pesado su carisma y capacidad para  lidiar con el consentimiento de la sociedad, es decir atraer multitudes.  Esa será su misión prioritaria, porque la iglesia necesita recuperar la credibilidad de millones de creyentes en sus cúpulas y en sus pastores, como una condición necesaria y urgente para detener el alejamiento de creyentes que se vienen ahuyentando de ella en los últimos años, en múltiples direcciones, quebrantando las bases materiales de su poder milenario.


  • ¿Qué te pareció la noticia?
  • Buena
  • Regular
  • Mala

Recomendadas para ti:

Más noticias