Hoy, 8 de marzo, en muchos países se celebra el día de la mujer trabajadora; de Ud, de nosotras, de aquel incansable ser cuyo tiempo le alcanza para todo, eficaz y efectiva en su puesto de trabajo. En el hogar: como ama de casa, esposa, como madre siendo el espejo de cuerpo entero en el que se miran los hijos.
Los antecedentes históricos para esta celebración se atribuyen a dos hechos importantes como motivo de inspiración para escoger esta fecha, y de lo que se ha escrito grandes artículos y ensayos.
En los tiempos actuales, inicios del siglo XXI, se vive un cambio social drástico, los papeles de los miembros de la familia están siendo reconocidos, ya se observan verdaderos cambios en la conducta de la sociedad. Muchas mujeres en estas épocas son totalmente independientes, otras luchan por serlo. Lograr una profesión en las universidades se ha convertido en una escalera para abrirse campo en el mundo laboral y así poder llegar a cargos directivos que antes eran ocupados sólo por hombres.
En nuestro país, los principios de igualdad que enarbola la nueva Constitución ha forjado a las mujeres un espacio de vigencia plena de los derechos, deberes y garantías liberados de toda forma de discriminación; consagra constitucionalmente los derechos que les han sido negados a las mujeres en el pasado y coloca al nuevo Estado ecuatoriano que nace, en una posición de avanzada en la América del Sur o la América India, como la llaman los europeos, contradiciendo a aquellos que bajo el lema de que “como son indi@s o afro american@s necesitan ser guiados, conducidos y orientados” como si el pueblo, no tuviera la sabiduría acumulada en el sufrimiento, en la angustia de la opresión, para decidir su destino.
Ahora mismo, en nuestra nación, el éxito alcanzado en lo profesional y político por muchas mujeres se debe en parte a que la mujer por naturaleza tiene una gran capacidad de liderar acciones positivas para el grupo con el que trabaja, sobre todo en el hogar toma decisiones trascendentales que van en bienestar del entorno familiar e inmediato social. Hoy, que coexistimos con un gobierno progresista y revolucionario, sentimos el advenimiento real de una sociedad diferente y la esperanza de un país con igualdad de oportunidades para todos y todas.
Particularmente, estoy convencida que en los tiempos actuales se teje una verdadera revolución que no es más que el nacimiento de una vida digna para todos y todas prescrita en una nueva visión del buen vivir. Desde ese punto de vista, me considero parte y protagonista de este cambio profundo de época, pues soy una más del grupo de mujeres trabajadoras que luchamos día a día para salir adelante con mucho esfuerzo y tesón. Feliz día compañeras!!!
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