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LOS EFECTOS DE UNA JORNADA GLORIOSA
LOS EFECTOS DE UNA JORNADA GLORIOSA
Por: Edison Cevallos
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Domingo 05 Agosto 2012 | 00:00

Las Olimpiadas Londres 2012 con la destacada actuación de nuestro compatriota Alex Quiñónes, generó un inusual espíritu de cuerpo de todo un país, que orgulloso alentó y premio su brillante actuación, en una jornada donde al unisonó, el Ecuador entero se agrupo en un verdadero sentir patrio; y premio a la distancia a nuestro crédito nacional en su histórico logro.

 

Pero más allá del resultado,  calo en lo hondo de nuestro motivado y justo respaldo al atleta encumbrado, su genuino, transparente y sencillo accionar,  donde siempre resalto sin poses ni rodeos, su entrañable amor al país; y puntualmente a su terruño, la provincia verde, donde sus familiares y amigos más cercanos le transmitieron emotivas escenas de admiración por sus resultados  y origen.
Verdaderos momentos de unidad nacional que nos alejó,  por lo menos, momentáneamente, de un ambiente de caldeado de odios, insultos  y acusaciones permanentes  que vive el país, donde la desinstitucionalización de sus órganos administrativos y poderes del Estado se vive y siente; y el irrespeto a la honra de autoridades y ciudadanos es pan de cada día.
En medio de un publicitado mal manejo de adhesiones ciudadanas  a grupos y partidos políticos para legitimar su presencia en el ámbito electoral, que ha contribuido a caldear más la permanente beligerancia que impera en el Ecuador,  el argumento cotidiano como defensa convertido en denominador común por todos los pecadores,   es demostrar a sus adversarios cuál es y ha sido el menos tramposo en este escenario.
Padrones electorales con presencia ficticia de adherentes, que inflaron un cacareado respaldo electoral a grupos y partidos políticos que con esto, aparecen directamente beneficiados con un amplio respaldo popular, en la práctica, inexistente.
Confuso panorama de dimes y diretes cuyo desenlace es ya una crónica anunciada que nos hace recordar a los desaparecidos comediantes colombianos “Los Chaparrines” que publicitaban una serie radial de amplia sintonía en los países del área  andina, que resaltaba la elocuencia y sagacidad  de los abogados para convencer a una Tremenda Corte  que terminaba solo condenando al Juez.
Porque el “Domingo siete” que ironiza Fabricio Correa, en el poco tiempo que monta ese potro del CNE, es el que aparece como el malo de la comedia y el que se vislumbra será el sacrificado para dar inicial solución a los males recientemente dados a la luz ciudadana.
En todo caso, más vale tarde que nunca, el que se haya puesto de manifiesto un manipuleo con incidencias electorales que si trastoca las preferencias ciudadanas en el Juez Supremo que es Juan Pueblo.<
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