El ciudadano víctima está muy afectado, porque a más de aparecer apoyando una organización política que no desea, sus derechos quedan vulnerados si más adelante quiere ser candidato a alguna dignidad por otra agrupación, ya que según los registros del CNE, pertenece a la que supuestamente apoyó.

El proceso electoral está golpeado, porque será necesario que las firmas falsificadas se anulen, se inicien juicios penales por las falsificaciones y probablemente no queden suficientes agrupaciones políticas calificadas para terciar en las próximas elecciones, lo que dejaría dos escenarios: o las elecciones se realizan con pocas listas de candidatos o el proceso se reinicia y con ello se postergan las elecciones.

Este escándalo es sólo una muestra de lo mal que está el sistema electoral ecuatoriano. La prensa ha publicado muchas noticias que evidencian la conexión que existe entre quienes administran el CNE y partidos políticos, específicamente el de gobierno, poniendo así en duda su idoneidad para tal función.<