Por las demostraciones realizadas en el cíclo administrativo que lleva, pareciera que la clase trabajadora concide con las disposiciones oficiales, pues son escasas las voces en contra que se han escuchado, lo que permite al Ejecutivo continuar con sus programas de ajuste y restructuración burocrática, que destacan por haber mandado a casa a miles de empleados y obreros que dependían del erario nacional.
Es probable que exista, entonces, una simbiosis, que podría llevar a un real entendimiento y facilitaría el desarrollo fecundo para el país; pero también sería positivo para Ecuador que si el sentimiento de inconformidad está latente, se lo exprese, que sea considerado en los planes de cambios radicales que el gobierno promueve para enriquecer las medidas futuras a tomar.
Con esta oportunidad, saludamos al trabajador manabita como representante del conglomerado laboral ecuatoriano.  <