Esto se debe, presumiblemente, a que las lluvias también afectan este trabajo en las comunidades Los Bajos de Afuera, Pechiche, la Palma, Fronterizo, Eloy Alfaro, Simón Bolívar, las Colinas de Montecristi y otras, señaló Viviana Párraga, quien tiene 37 años de edad y más de 20 elaborando ladrillos en Las Colinas del Porvenir.

Aseguró que también otro problema que afrentan es que bajó la fuente de empleo por la disminución de la producción.

“Antes una persona elaboraba diariamente 700 ladrillos y ahora sólo hace unos 300 por temor a que esa cantidad sea destruida por el agua cuando llueve”, mencionó Párraga.

 

Problema laboral. Asimismo, en las ladrilleras que están ubicadas en el kilómetro 3 de la vía Montecristi–Portoviejo ya no trabajan la misma cantidad de personas que durante el  verano. 

“De ocho trabajadores sólo habemos cuatro porque hay poca demanda del ladrillo en el mercado local”, señaló  Carlos Anchundia, morador de la parroquia Aníbal San Andrés, quien de los 23 años que tiene, 15 los ha dedicado a este trabajo.

A la falta de venta de ladrillo, también bajaron las ganancias y el sueldo de los empleados.

 

Realidad. Una persona que elaboraba diariamente 700 ladrillos ganaba (un ejemplo) 20 dólares, ahora que tan sólo hace 300 sólo gana cerca de 8 dólares por el trabajo.

Felipe Mero, dueño de una ladrillera que se ubica en la comunidad Eloy Alfaro de Montecristi, tampoco puede quemar con tranquilidad los ladrillos que elaboran sus jornaleros.

“Si llueve se corre el riesgo de que el ladrillo se pasme”, aseveró Mero, quien el mayor tiempo de su vida lo ha dedicado a vender el ladrillo en los diversos cantones manabitas.

Un millar de ladrillo cuesta actualmente 120 dólares en las fábricas y 140  dólares cuando se lo tiene que dejar en casa. 

Antes costaba 80 dólares en las ladrilleras, y 100 dólares el millar puesto en los hogares,  el precio se incrementa según la distancia, se informó.

 

Para vender los ladrillos.  Algunos ladrilleros, como Alberto Mendoza, tienen que viajar hasta los cantones cercanos como Manta, Jaramijó, Puerto López, Jipijapa o Portoviejo para vender sus ladrillos.

“En la actualidad, hay poca demanda por la falta de planes habitacionales y eso también no está afectando”, dijo con una expresión de tristeza Mendoza.

Los ladrilleros esperan que pase el invierno y que el Gobierno Nacional reactive los planes habitacionales en la provincia, para que esto motive una mayor producción de ladrillos y se generen más fuentes de trabajo para los comuneros que sobreviven con esta tarea ancestral en la zona de Montecristi.

La quema de los ladrillos demora hasta 3 días y las lluvias por ahora, están afectando esta actividad. <