En horario de máxima audiencia y en una entrevista retransmitida simultáneamente por nueve canales de televisión, dio a conocer las medidas decididas tras la "cumbre de crisis" del pasado 18 de enero, en la que convocó a patronal y sindicatos.
Una de las más impopulares, adelantada por los medios galos, es un aumento del IVA en casi 1,6 puntos, que desde octubre pasará del 19,6 al 21,2 por ciento, para poder reducir las cargas que pagan las empresas a la Seguridad Social.
El llamado "IVA social", palabra que evitó pronunciar, afecta tanto a los productos franceses como a los de importación, pero aseguró que no se reflejará en una subida de los precios porque "la competencia los mantendrá".
Desde este agosto y para "evitar las deslocalizaciones", Sarkozy añadió que toda empresa que cotice en Francia pagará una tasa del 0,1 a las transacciones financieras, que confió en que sea copiada por el resto de países en sus respectivos territorios.
Este paquete de cambios trata de aportar oxígeno que contrarreste las elevadas cifras de desempleo del año pasado.<