Al comenzar el 2012 es evidente que la elección presidencial del próximo Noviembre terminará con la aspiración reeleccionista del presidente Barack Obama y su partido demócrata, como también con los desesperados esfuerzos que hacen los republicanos para volver a la Casa Blanca y ganar el control en las dos cámaras en el Congreso.

Para los latinos, Obama no ha cumplido con el ofrecimiento que él hizo durante su campaña presidencial sobre una reforma a las leyes de Inmigración, para ayudar a más de 15 millones de familiares y amigos indocumentados, que son considerados necesarios, para salvar y revitalizar la economía de EE.UU. Por el contrario, Obama aumentó las deportaciones.
Solo el liberal alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, ha recomendado la reforma como una medida prioritaria para la administración del presidente Barack Obama, y para todos los alcaldes de Estados Unidos, si desean evitar un colapso financiero y rescatar la ciudad de Detroit.
Por otro lado, en la carpa de los republicanos el divisionismo interno entre los políticos de cuello blanco que quieren ser el candidato oficial del partido confunde aún más a sus parciales, después que un escándalo de sexo y adulterio eliminó al único aspirante de la raza negra, que para los miembros afro-americanos de ese partido fue un ataque de los anglosajones que odian al Presidente Obama por el color de su piel, y se han esforzado en desacreditarlo como administrador, para que no vuelva a la Casa Blanca otro miembro de un grupo minoritario.
Para colmos, los republicanos están pescando votos en río revuelto, y han vociferado su sentir anti latino. Se oponen a una reforma a las leyes de inmigración y se ufanan en conspirar para liquidar la esperanza de mas de 1.5 millones de brillantes jóvenes estudiantes de familias pobres indocumentadas, que necesitan la aprobación del “Dream Act” para poder completar sus estudios superiores y ejercer la profesión al graduarse en el único país donde han vivido toda su vida, desde que sus padres los trajeron cuando eran niños.
Sin duda, los políticos que tienen la responsabilidad de representar los intereses del pueblo en la Casa Blanca, y el Congreso de los Estados Unidos, han faltado a su deber al sostener un desmesurado enfrentamiento partidista, entre republicanos y demócratas, mientras continúa la caída de la economía en el país y llenado de incertidumbre a los votantes.<