Ese reciente día, cuando en todo Ecuador recordamos al patrón de esta profesión, el egregio Eugenio de Santa Cruz y Espejo, la Unión Nacional de Periodistas Núcleo de Manta, en su auditorio que lleva el nombre del colega Pedro Vincent Bowen, a más de los reconocimientos a instituciones que se han destacado sirviendo a esta ciudad -no se homenajeó a personas-, también inyectó “sangre nueva” en su membresía; uno de los incorporados fue este servidor.
Habiendo ejercido esta noble actividad honoríficamente -como hasta ahora- desde hace más de dos décadas, albures de la vida impidieron anteriormente afiliarme a la entidad que en solemne acto me acogió en su seno; lo que, aparte de lo importante que es personalmente, no lo es en esta nota, cuanto si, resultan trascendentes las circunstancias que atraviesa este hacer periodístico por diversos motivos que amerita tratarlos.
Considero que “no hay mal que por bien no venga”, por lo que los públicos cuestionamientos al sector en general están sirviendo de alguna forma para mejorar la calidad de la comunicación en sus diversas facetas, obligando a cada periodista a cuidar su producción con la verificación de la fuente, su contenido y la calidad de la información u opinión, lo que pienso estará ocurriendo también con los profesionales que prestan servicios en los numerosos medios estatales.
Es que no debemos dejar de reconocer que el vértigo de la velocidad y un consecuente menor control en la emisión del material difundido pueden generar inexactitudes, posiblemente afectando a quienes se menciona en la nota periodística. Esto, afirmo, por haber vivido esta circunstancia en un caso en el que, felizmente por los fundamentos, se resolvió favorablemente a este servidor. También no debemos dejar de reconocer que en esta viña del Señor aún pueden existir quienes hace años yo califiqué como sicarios de la pluma y el micrófono, lo que ha hecho que, como “acción trae reacción”, importantes personajes generalicen sus conceptos en perjuicio de quienes no incurrimos en tropelías y consideramos estar sirviendo a la sociedad con ética, responsabilidad profesional y civismo.
En este punto puedo dar completa fe de que en este Diario ningún directivo ha osado sugerirme temas o influenciar opiniones sobre algún asunto o sesgo de él; por ello a través de los años he correspondido a la confianza y respeto mutuo que percibo. Deduzco que así sucede con otros articulistas y en general con el personal editorial responsable de la información en los varios medios que produce esta casa periodística. Ahora, como miembro de la UNP mi responsabilidad aumenta por respeto hacia mis colegas, este Diario y principalmente el que le debo a Uds., generosos lectores. <
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