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Reflexiones ante la opresión
Reflexiones ante la opresión
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 15 Enero 2012 | 00:00

Los esfuerzos intelectuales siempre deben estar dirigidos a servir de incentivos a la motivación, al desarrollo, a la ecuanimidad; con objetivos sinceros, bien intencionados, que busquen lograr la obtención de mejores condiciones de vida para nuestro colectivo social. Para reflexionar y llamar a la reflexión a todos, especialmente en momentos en que los proceso de cambios comunitarios pueden generar vitales repercusiones en los pueblos que los permitan.

 

En lo que corresponde al nuestro, inmerso en una telaraña de supuestos cambios trascendentales que están convulsionando su acostumbrado modo de vida, es preciso que los diferentes vectores sociales mediten profundamente el papel que deben desempeñar en la transformación que la actual corriente dominante está imponiendo en la conducción del país.
Por ejemplo, ¿cómo debemos responder los periodistas ecuatorianos frente a las perniciosas, constantes y duras arremetidas oficiales contra las libertades generales y particulares, entre ellas la de prensa, la de información,  la de opinión?
Estas letras no persiguen unidireccionar el pensamiento de nadie, solo llamar a un acto de contrición acerca de la posición que debemos tomar quienes estamos en el apasionante pero cada vez más riesgoso ejercicio del periodismo.
¿Ratificar nuestro deber de ser los agentes investigadores de la verdad, los divulgadores natos de la corrupción, los escudriñadores de los desaciertos y los informadores de los aciertos; o, al contrario, bajar lanzas y contentarnos con ser los voceros de la intolerancia, entregándonos al autoritarismo para fortificar al despotismo?
Creo que nuestra obligación es recordar que el periodista no tiene gobierno ni administradores, que su compromiso es con el libre  pensamiento. Solidario con la justicia, las leyes, la caridad, la honradez, la realidad y la razón, manejándonos con la humildad y la responsabilidad como sus principales fuertes  
Subrayar que el periodismo no es una profesión para hacer privilegiados ni recibir privilegios; que el periodista no es fiscal, ni jurado ni juez para sentenciar a nadie, ni carcelario para enclaustrar honras, mucho menos verdugo para ejecutar dignidades.
Que el periodista no está para deshacer entuertos, pero si para evitar que se los cometa; como tampoco para hacer riquezas personales más que aquellas de caracter ético, moral, espiritual, que son las que nos brindan grandes satisfacciones cuando cumplimos con nuestro deber. Y cuando otros cumplen con los suyos.
Que el periodista está para servir a través de su ocupación o profesión, mas no para servirse de la misma en provecho personalísimo, y menos aun utilizar los medios para ejercer poder sobre la comunidad en búsqueda de notoriedad y réditos diversos. Cuidarse de ver la paja en el ojo ajeno cuando tiene una en el suyo.
En fin, que ejercer el periodismo es entregarse al servicio de la búsqueda de la verdad, pensando que lo contrario es hacer caso a las sirenas que cantan evocando a la corrupción.
Ojala podamos conocer otras opiniones.<
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