"La pestilencia del río no se resiste", sentenció Sara Apolinario, directora del subcentro de Salud de Mejía, unidad que registra una población atendida de 4.000 personas, entre los vecinos y habitantes de poblaciones aledañas. 

Ella indicó que esta contaminación afecta a quienes aún mantienen la costumbre de bañarse en el río. Señaló que hay pacientes con problemas en la piel, y con afecciones diarreícas.

"Dicen que la pestilencia es por la descomposición de los lechuguines y con alta presencia de microorganismos", dijo la médico.

Jorge Valencia opinó igual y sugiere la limpieza del río. Recordó que la compuerta se abrió para que fluya el agua. No obstante, este morador percibe olor a heces, por lo que presume que puede ser líquido regado desde las lagunas de oxidación. Por su parte, Julio César Camacho recalcó que cuando llueve hiede más. Él hizo atender de gripe ayer a su esposa Lucrecia, quien tiene 5 días con fiebre.  Apolinario informó que ya se acabaron las vacunas contra la influenza, aunque explicó que se cumplió con la meta de cobertura pactada. <