Siete mil visitantes en el primer año de funcionamiento del museo Etnográfico Cancebí de Manta son un galardón a la idea surgida hace largo tiempo, tras cuya anuencia el Municipio compró a la AGD la casa construída en 1918, muy cerca del actual Palacio Municipal, que no existía en ese entonces.
Jacqueline Simon de Munizaga logró que el alcalde Jorge Zambrano iniciara el proyecto de restauración de la casona donde funcionaron la Casa Azúa, el hotel Midland, luego el Aragón, años más tarde, Aragonés. El INPC y el Mipro acogieron e impulsaron el proyecto. La terminación, implementación y apertura la hizo el burgomaestre Jaime Estrada.
Jacqueline, nacida en Francia y desde muy pequeña afincada en Quito, arribó a Manta hace tres décadas, portando un bagaje que le había sido útil para la guianza turística, oficio que combinaba con las artes plásticas -causa del abandono a la profesión de Tecnóloga Médica- centrándose en el puntillismo en tinta china, que le quita la respiración mientras trabaja. Con el paso de los años evolucionan sus conceptos, trascendiendo la naturaleza y las casitas de caña. Refleja en su obra gran familiaridad con la arqueología, adquirida en su trayectoria por los museos del Banco Central.
Haciendo memoria, el Museo Arqueológico de Manta funcionó en el Municipio hasta que el alcalde Loor requirió el espacio, resignándose su directora a esperar que estuviera lista la nueva edificación inaugurada en 1993 y que administró por largo trecho. Uno de sus mayores logros fue la organización de los ceramistas de La Pila, a quienes incentivó a realizar creaciones costumbristas, en vez de reproducir solamente los objetos prehispánicos, aquellos “mocarros” que vendían a los extranjeros.
Jacqueline disimula bien la satisfacción que debe sentir al haber participado en la fundación del Museo Arqueológico del Banco Central, ahora en manos del Ministerio de Cultura, y a la creación del Museo Etnográfico Cancebí.
A propósito, habría sido óptimo que el museo de Ciudad Alfaro no repitiera el nombre Cancebí, pues ya existía otro museo con el mismo apelativo, apenas a once kilómetros de distancia, esto trae confusión entre posibles visitantes.
Jacqueline, tanto o más amante que los propios de la campiña, ha contribuído a perennizar en objetos e imágenes las tradiciones de campesinos y pescadores. Y no por ello ha dejado de promover a los artistas de vanguardia en múltiples exposiciones a través de los años, con la mayor generosidad, pues es casi imposible oírle un denuesto contra un artista o tendencia, ni olvida jamás las más modestas colaboraciones a su reconocida labor cultural.. <