Este y otros temas se evalúan en el primer encuentro de agricultores que participan en el proyecto Piñón para Galápagos, que desde ayer se desarrolla en San Jacinto de la parroquia Charapotó.
Centenares de más de cuarenta comunidades  de quince cantones participan en el proyecto, recogiendo el piñón que crece en las cercas vivas y entregándolo a los centros de acopio cercanos, a cambio de una paga de 8 dólares por el quintal de piñón en bola y 12 dólares por el seco y pelado.
Enrique Heinemann, coordinador del Proyecto Biocombustibles Galápagos (BMU) que se desarrolla con GIZ cooperación alemana y el Ministerio de Electricidad y Energía Renovable (MEER), indicó que para el próximo año se instalarán otros dos generadores en las islas, y para su funcionamiento tendrá que enviarse desde Manabí cuatro veces más la cantidad de este año.
Por esa razón en el taller participaron los técnicos del Iniap, organismo que está desarrollando investigación de los ecotipos o variedades que dan mayor productividad. “La idea es dotar variedades más productivas para que repueblen las cercas vivas”, precisó Heinemann, quien aclaró que la idea no es desarrollar densos cultivos que impacten en el ambiente, sino continuar con el aprovechamiento de las cercas vivas.
El subsecretario de Energía Renovable y Eficiencia Eléctrica, Alfredo Samaniego, quien también participó ayer en el evento, explicó que el proyecto que tiene conciencia ecológica busca desplazar los combustibles fósiles de las Galápagos por el daño ambiental que han causado los derrames.
“Es posible que al ritmo que vamos, en tres o cuatro años lleguemos a 3 ó 4 islas y eliminemos el uso de combustibles fósiles”, dijo.
Samaniego justificó que no es posible que ese tipo de proyectos se desarrollen en esta provincia donde todavía hay comunidades recónditas a donde no llega la energía eléctrica, aduciendo que es más barato generar con diesel o mediante tendido eléctrico suministar el servicio en el Ecuador continental.