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EL DESTINO DEL CONSEJO PROVINCIAL
EL DESTINO DEL CONSEJO PROVINCIAL
Por: Walter Andrade
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Lunes 18 Julio 2011 | 00:00

El Consejo Provincial tiene una lucha implacable con su propio destino. En su deseo por hacer algo que marque la diferencia - cumplir lo que promete, por ejemplo – en su lugar deja que transcurran sus días recorriendo un camino que no lleva a ninguna parte. Y en ese pesado andar, va presumiendo, ante quien lo quiera oír y ver, que su legado trasciende.

No se da cuenta, ni quiere enterarse, que su huella, por sus obras, apenas es visible y a duras penas equivale a la de una persona que sigilosa camina a media noche en absoluto silencio. Sus obras son así, de ese calibre aunque se las publicita con fanfarria que asombra y a veces asusta, en el inútil intento de hacernos creer lo contrario. Y por eso van ingresando en puntillas a la historia de Manabí porque además no tienen peso que resista el paso del tiempo ni hincan los pilotes – como dirían los ingenieros - donde se pueda levantar el crecimiento de la Provincia.
Cualquier región, y no se diga Manabí que le falta mucho, necesita de un plan de trabajo que la lleve a superar sus ineficiencias primero para crecer después. Esto es básico. Se necesita en consecuencia crear riqueza o ayudar para que se la genere. Pero entendiendo riqueza como oportunidades que se ofrecen para que toda la provincia encuentre el sendero de bienestar. Y no se lo alcanza con una obrita aquí otra más allá. Se lo consigue, como dice la historia económica del mundo, fijando metas orientadas a crecer la economía en X porcentaje a través de X plan que va a generar X número de empleos en X tiempo. Europa después de la segunda guerra mundial se reconstruyó con un plan. EE.UU. sorprendió al mundo con su red de autopistas en los lejanos cincuentas con un plan. Y qué decir de Japón, Corea del Sur, Singapur o China que abruman al mundo con un crecimiento sostenido. No es al azar.
Claro que el Consejo Provincial no tiene todas las herramientas para cambiar la historia de Manabí, pero sí puede, con lo que dispone, “hincar los pilotes” del desarrollo del norte, sur, este y oeste de la provincia. Si no lo hace, seguiremos como hasta ahora: una provincia de segunda de un país del tercer mundo y una institución lanzando todos los días fuegos artificiales para disfrazar y esconder su lento caminar precisamente cuando los tiempos exigen correr. Y ese será su destino. Ojalá me equivoque. <

 

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