Y el programa siguió con la construcción de los canales que serían la arterias por las que el agua, cual vital elemento para la vida humana, animal y vegetal, llegaría hasta lo más profundo del valle del río Portoviejo. Y la siembra ya no sería solamente en invierno, convirtiendo al valle en permanente productor. Y para ello se dieron la mano varios ministerios.
Pero posteriormente, con cambios de gobierno e interés político, las cosas variaron para mal, y a llegaron otros objetivos nacionales desplazando la prioridad a la tierra para buscar lo mejor para el bolsillo. Y la agricultura pasó a segundo plano.
Igual sucedió posteriormente con el embalse de La Esperanza, cuyos beneficios aun no se palpan en la agricultura por ausencia o demora de programas multisectorial que ordene, guíe y enseñe la mejor manera  aprovechar lo realizado por el Estado.
El actual presidente de la República, Rafael Correa, en algún momento observó que las inversiones en esta provincia en materia hídrica no justifican hasta ahora su inversión, lo que es cierto, por lo que debe empezar a ser corregido por su propio gobierno, con programas eficientes.
E iniciarse con una mayor y mejor coordinación entre las instituciones de desarrollo, como Senagua, MAGAP, Consejo Provincial, Iniap, Subsecretaría de Tierra, MIES, entre otras, para cubrir lo profesional, lo social y lo económico. 
Como es tiempo de no olvidar, el pueblo manabita estará esperando resultados. <