Si bien las escudriñadas fueron las de Portoviejo y Manta, la publicación de lo realizado por las corporaciones de ambos concejos sobre el referente investigado sirvió – así se lo estima – para que las de los demás cantones tomen conciencia sobre el particular. Manta presentó una aceptable producción de ordenanzas, mientras que Portoviejo fue el blanco de observaciones al haber aprobado cuatro ordenanzas en diecinueve meses de labor. Las críticas abundaron, pero las excusas o explicaciones tuvieron también sus espacios, pues a la calificación negativa de algunos hubo el razonamiento de que no necesariamente la cantidad es señal de una buena administración. Y es cierto. Si bien la labor de los concejales es legislar y fiscalizar, ambas obligaciones deben ceñirse a la necesidad del razonamiento y el entendimiento entre los actores para que, basados en una buena coordinación y colaboración, el trabajo en equipo pueda ser eficiente. Para legislar habrá que investigar, auscultar, estudiar las necesidades y debilidades de la comunidad para tratar de, a través de las leyes municipales, reforzar y vigorizar los puntos críticos del sistema. Si bien legislar significa prevenir y preparar el desarrollo armónico de la comunidad a la que se sirve, por lo vital del objetivo debe hacérselo con la mayor conciencia de la realidad y su proyección a futuro, precisamente para que el crecimiento físico, moral, educativo, social y el resto de la gama de factores a considerar en el progreso de las sociedad, sea perdurablemente armónico. Lo que no lo hace fácil. Por tal consideración, es oportuno que ante la proximidad de la integración de las nuevas corporaciones municipales manabitas, el próximo mes, desde ya se vayan preparando sus actores para la tarea dura pero enaltecedora.