Sobre el escenario, el autor de “La ciudad y los perros” y “Pantaleón y las visitadoras” mostró aplomo y concentración en su faceta de actor, pese a que previamente había advertido que para él era “una experiencia aterradora”, aunque al mismo tiempo “fascinante” “Los seres humanos no sólo podemos vivir de las verdades, también necesitamos de las mentiras”, dijo Vargas Llosa al comenzar la representación, en la que compartió el escenario con la actriz peruana Vanessa Saba. La obra, que se estrenó el año pasado en la ciudad española de Barcelona, se ha presentado posteriormente en Guadalajara (México), Lima y Madrid y en cada lugar el quinto relato ha sido de un autor local. En Chile el elegido fue Jorge Edwards, con “Después de la procesión”, un cuento que Vargas Llosa dijo haber leído “hace mil años y recordaba el final; cuando lo volví a leer me di cuenta de que se podía presentar”. Una mesa de madera, una pantalla en la que se proyectaban fragmentos de los cuentos elegidos, dos sillones y un atril en el que un flautista ejecutaba breves intermedios musicales constituyó la escenografía de la obra. De frente al público, Vargas Llosa cumplió principalmente el papel de narrador.