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José León Ibarra
El desafío del nuevo país

Desde Eloy Alfaro el pueblo ecuatoriano no había tenido la oportunidad de hacer históricos cambios estructurales como los que se presentan ahora con el gobierno de Correa por medio de una Constituyente.

Viernes 15 Diciembre 2006 | 19:30

La partidocracia, enquistada en el Congreso, ante el peligro que les representa una Constituyente directa del pueblo, sin el patrocinio y el tutelaje de ella, pretende a última hora, y desesperadamente, asumir el rol de ser un Congreso Constituyente y hasta hace declaraciones amenazantes al nuevo gobierno. La trascendencia de la Constituyente que se avecina radica en lo inédito de que sea el pueblo que la lidere y organice con plena libertad, sin libreto y sin guión de los que siempre han manipulado y manoseado los sagrados intereses de la patria; es decir la oligarquía política y económica. El mandato que ha recibido Rafael Correa del electorado no es negociable con el Congreso Nacional, quien por experiencia sólo ha hecho intrascendentes reformas; pero ahora se trata de dictar una nueva Constitución en la que seguramente se cambiará el sistema electoral y de partidos políticos, que es el germen de la corrupción que agobia al país. El poder político debe pasar al pueblo por medio de las Asambleas Ciudadanas, que en la práctica deben representar a los partidos políticos con poder para nominar a los candidatos de elección popular, incluidos los de la Constituyente, entre los mejores ciudadanos del país. La política económica del país, la base del desarrollo ha sido, caótica en lo fiscal-monetario; la otrora Junta Monetaria, de ingrata recordación nos dejó en herencia a una Superintendencia de Bancos que sólo ha servido a los intereses anti patrióticos y usureros de la banca, que son enemigos del fomento a la produccción nacional. Inmediatamente asumido el nuevo gobierno, cabe un decreto emergente en relación a la democratización y liberación del crédito de parte de la banca, que lo mantiene secuestrado; esto permitirá satisfacer, en gran parte, las expectativas de la ciudadanía para el empleo productivo y desahogar las aspiraciones de muchos que ven a un nuevo gobierno como empleador público. Las políticas educativas, de salud mantienen penosos rezagos y desajustes estructurales, huelgan más comentario sobre los cambios que requieren. Las declaraciones de los nominados por el presidente electo para acompañarle en su gestión, especialmente en la cartera de Gobierno, deben ser sumamente ponderadas e inteligentes, a la vez que frontales y decididas en relación a la Constiuyente y a lo que significa El nuevo país. El pueblo está expectante y cuidadoso.... porque no está dispuesto a sufrir una decepción más.
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