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EL ABOGADO
EL ABOGADO
Por: Marcelo Farfán Intriago
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Miércoles 09 Marzo 2011 | 00:00

Los abogados somos profesionales que en uso de nuestras facultades mentales y en el ejercicio pleno de la profesión, desde el sector público o privado en el que nos encontramos, desarrollamos nuestra labor para alcanzar el bien común. Ese objetivo amplio, tiene como base fundamental la aplicación de la ley con apego a la justicia.

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Los abogados debemos ser fieles seguidores de la doctrina; debemos actuar con honestidad de procedimientos y con una rectitud en la toma de decisiones. Un fallo erróneo puede llevar a una persona, a una familia o a una sociedad, a una tragedia de incalculables consecuencias. Por el contrario, un fallo correcto pone de manifiesto el trámite seguido con pulcritud. La honestidad es un patrimonio que debemos tener los seres humanos como un bien preciado. Cuando se trata de abogados, la honestidad, la honorabilidad se constituye en una fortaleza impermeable, para que el juez, el Abogado litigante, el docente de la Carrera de Derecho sea ejemplo a seguir.

 

La responsabilidad del Abogado es engrandecer su grado de conocimientos científicos y técnicos; esto se consigue con la costumbre de la lectura especializada, del estudio, de la práctica, de la capacitación permanente y la actualización de conocimientos. Por lo general, los abogados no somos personas silenciosas, al contrario somos comunicativos, expresamos nuestro criterio a viva voz, nos extendemos en el sentido de la ley, su aplicación y consecuencias. Por esta razón debemos siempre estar al día en el conocimiento de las reformas de las leyes, los códigos, los reglamentos y todas las áreas afines del convivir social.

 

El Abogado como ser humano que es, forma parte de la sociedad, se nutre ella, comparte sus éxitos y fracasos; por propia voluntad él hace vida familiar dentro de la comunidad en la que se desenvuelve, su entorno es parte sustancial en la vida cotidiana. Por tal motivo, sus decisiones deben de ser sabias; sus opiniones deben de ser mesuradas; sus consejos, indicaciones o conclusiones deben de ser legales y revestidos de una profunda sinceridad, para que las personas que las escuchan sientan confianza en sus recomendaciones.

 

El Abogado muchas veces en un juez que imparte justicia, pero en otras veces, ese mismo juez, con su fallo, pudiera acaso tomar distancia con la justicia por ampararse en la Ley. En esa circunstancia, el juez será muy probo y contundente en los argumentos o recursos presentados, para elegir sin duda o titubeos el camino de la ley, sin olvidar jamás que la justicia es un servicio público.

 

La actitud que debe de asumir un Abogado en el ejercicio al defender a una persona, es estar convencido de su inocencia o de que él tiene la razón en el conflicto planteado. Lo contrario es engañarse uno mismo y tratar de engañar a los demás, al desnaturalizar la ley, y tratar de manera inútil de utilizarla para una falacia.

 

Por eso hoy más que nunca debemos de luchar colectivamente, gremialmente, para hacer desaparecer el estigma del abogado deshonesto, tramposo e incapaz, y fortalecer la idea y la verdad de que el abogado es un hombre honesto, pero para ello, todos debemos dar nuestra palpables y sobre todo confiables.

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