Gabriel de unos 24 años es una persona que hace aproximadamente tres años formó parte de las pandillas juveniles, como popularmente se las conoce. Él cuenta que el grupo al que pertenecía se llamaba “AZ” (Alfa y Omega, un principio y un fin) y era considerado uno de los superiores. “Me gané ese puesto por la actitud que tenía ante las circunstancias que se me presentaban”, dijo.
Asimismo manifestó que al principio era un “caminante”, es decir una persona que estaba con la agrupación, pero que no tenía ningún compromiso con ellos ni con el grupo.
“El entrar a las pandillas era para buscar amigos, nuevas experiencias y sobretodo sentirse seguros y respaldados”, dijo.
La “AZ” estaba conformado por 68 jóvenes entre hombres y mujeres, según sus versiones utilizaban a las mujeres para esconder las armas de fuego en las requisas. “Cuando íbamos a una disco y para que los guardias no se den cuenta que portábamos armas, las chicas eran las que se las escondían en las partes íntimas ya que a ellas no las revisaban”, contó.
Gabriel, explicó también que en ese entonces ya estaban resurgiendo los Punto 40.
En los tiempos en que formó parte de estas agrupaciones las pruebas de ingreso eran golpear a otra personas, sostuvo.
Así como hacer preguntas para saber a quien prefieren si a un hermanito de raza o de sangre.  “No es como ahora que se matan para conseguir un puesto”, comentó.
Otra de las cosas que han cambiado es que ahora las pandillas tienen otros fines como el económico.
“Muchos de los integrantes de las pandillas prostituyen a las chicas para tener más dinero”, argumentó, además que circula droga entre ellos mismos.
Gabriel, contó que en cierta ocasión que se encontraban reunidos un grupo de personas de otra pandilla habían ido al lugar en donde estaban y comenzaron a disparar.
“Recuerdo que de ese hecho un joven resultó herido”, argumentó.
Igualmente dijo que en una ocasión cerca de 14 miembros de la agrupación Punto 40 llegaron a su casa y lo amenazaron.
“Una de las chicas que era parte de la agrupación me hizo salir de mi vivienda para que las otras personas me agredieran”, expresó.
Finalmente sostuvo que se salió de la pandilla porque vio que las cosas ya iban tomando otros rumbos. “Sigo teniendo contacto con personas de pandillas, ahora trato de decirles que las cosas no son como ellos las manejan”, indicó. Concluyó diciendo que muchas veces los programas que se realizan para la concientización de estas personas ellos mismos hacen que se derrumben porque no quieren ser partícipes del cambio.