Lo sucedido en los últimos días con los varios miles de bachilleres haciendo lo dramático y lo inadmisible por obtener un cupo para ingresar al pre universitario de la Facultad de Medicina de la Universidad de Guayaquil, ha dejado al descubierto algunas falencias que sin lugar a dudas complican el presente y el futuro de esos estudiantes.
Porque, no es dable que no solamente esos jóvenes, sino que también sus padres y hermanos hayan tenido que pasar 3 y más días haciendo cola en la calle, unos protegidos con pequeñas carpas y otros a la intemperie y todo esto con el propósito de conseguir ese cupo, el que por el momento no les garantiza el ingreso a la universidad, ya que lo que se está tratando de conseguir recién es la admisión al curso pre universitario, el que deberá ser aprobado a través de exámenes.
Y no se trata de ninguna ficción, ni de ninguna novela. Es una triste realidad que todo el país la ha podido apreciar a través de la televisión y de los medios escritos.
Y esas falencias tienen que ver en primer lugar con la mala o poca orientación que a los futuros bachilleres se les estaría dando en los colegios fiscales, que es donde tiene que establecerse las aptitudes de los estudiantes y a través de los docentes adecuados saber guiarlos hacia lo que realmente ellos deben escoger en favor de la acción a tomar con relación a su futuro, porque no solamente la universidad brinda esas oportunidades al culminar la secundaria.
Otra falencia estaría en la demagógica gratuidad de los estudios universitarios, lo que ha llevado a nuestro comentario inicial de los miles de aspirantes, que con sol, lluvia, hambre y amanecer acostados sobre cartones, aspiran estudiar una carrera larga y difícil, impulsados seguramente por los deficientes servicios de salud pública que se vienen dando en los centros hospitalarios.
Se hace necesario entonces que con la brevedad del caso se adopten los convenientes correctivos, porque la realidad es que con sus restringidos recursos económicos la universidad no tiene capacidad para recibir en sus aulas a todos esos bachilleres que aspiran ingresar este año. No habría ni el espacio físico ni la cantidad de profesores, para brindar instrucción a tantos jóvenes que aspiran a tener un mejor futuro para ellos y para su familia, a más de luego retribuir con creces su aporte a la comunidad.
Que no vuelva a suceder lo acontecido últimamente en Guayaquil y para que no se defraude las aspiraciones de esos bachilleres que no logren su ingreso, que el Ministerio de Educación, la universidad, el Gobierno en sus diferentes estamentos, entidades y la empresa privada, así como los padres de familia, todos aunando esfuerzos, encuentren el camino viable a favor de esa juventud que quedaría desorientada.