Actualizado hace: 931 días 14 horas 6 minutos
Edison Cevallos Moreira
Tristes realidades
Edison Cevallos Moreira

Confirmado el triunfo del candidato Correa como presidente de los ecuatorianos a partir de enero del 2007, existe una coincidencia total de que el mismo, en gran medida, se debió al exagerado abuso de poder, al desgaste de un sistema manejado arbitrariamente por una partidocracia insaciable que desnaturalizó los nobles fines del arte de gobernar y prostituyó las instituciones del Estado.

Domingo 10 Diciembre 2006 | 22:39

Hasta ahí nadie discute esa causa, pero hay una verdadera desinformación deliberada, principalmente de medios de sintonía nacional, con “estrellas” en sus pantallas, que pretenden hacer creer que de esa partidocracia maligna solo fueron parte partidos tradicionales como los socialcristianos y la Izquierda Democrática; y pare de contar. Trepados en la camioneta del ganador, los eternos partidos chicos, y grupos minúsculos de poder en el parlamento y perpetuos mangoneadores en las instituciones del Estado, gritan y vociferan con un descaro que repugna contra un pasado en comportamiento deshonroso de la que fueron incidentes y publicitados protagonistas; y, lo que es más, siendo parte del actual Congreso del que lucraron y tienen cuotas de poder en los organismos del control: Corte Suprema y Defensoría del Pueblo, etc., ahora le hacen el coro a quienes irresponsablemente hablan de una Constituyente, sin ensayar que los necesarios cambios bien pueden ser obra de un parlamento que, antes de instalarse, ya tiene a gran parte de sus miembros de rodillas frente al nuevo mandatario. Vaya Ud. a saber qué es realmente lo que va suceder en este país a partir de enero, con un electo mandatario que cambia de criterios y expresiones según la ocasión. Emulando a Chávez, en campaña se expresaba del presidente Bush como el diablo. Gana y lo llama por teléfono Satanás para felicitarlo, e inmediatamente expresa que quien antes era el malo ahora es un hombre de honor. Creyendo que sigue en campaña, increpa a la partidocracia y amenaza con destruirla, mientras, y al unísono, su designado ministro de Gobierno, con una practica conocida, dialoga con todas las fuerzas que integrarán el parlamento. Esta es toda la triste historia de un país que a la hora de los loros no vislumbra radicales cambios. Aquí, en nuestra provincia, las huestes ganadoras, que se sepa, se han limitado a inventariar los puestos del sector público de libre remoción del Ejecutivo para coparlos con su militancia, en un enfoque que, sin ser totalmente injusto para unos, también reedita una práctica de la partidocracia que dicen combatir. Pero no se ve que al presidente electo, y a su grupo de poder, se le haya entregado una agenda de las reales necesidades de la provincia y las respectivas sugerencias para implementarlas. Así, los cambios son sólo promesas y nada más.
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