Lo malo es que los valores subieron de manera desproporcionada y la acción no se compadece con la realidad que se vive.
A eso se suma que varios restaurantes, tradicionales en nuestro medio, hayan decidido incorporarse a esa política de incremento, sin tomar en cuenta que sus locales no son adecuados y tienen muchas deficiencias en su infraestructura y sobre todo en el área de higiene.
Es evidente la falta de cultura turística, lo que se palpa en una pobrísima atención al cliente y un total desconocimiento de la materia en cuestión de parte de la mayoría de administradores y trabajadores de esos negocios.
Las autoridades de Turismo, encargadas de categorizar a los negocios que atienden al público, no se han pronunciado hasta la presente fecha y no hay ninguna acción para frenar estos abusos. La nueva normativa contempla que varias acciones que antes eran cumplidas por el Ministerio de Turismo hayan pasado a las direcciones de turismo de las municipalidades y parece ser que tampoco hay un control de parte de estas.
Las autoridades de salud tampoco lo han hecho en la parte pertinente.
La potencialidad de nuestra provincia en materia turística y gastronómica es inagotable y admirada por propios y extraños. Hay que mantenerla sin perjudicar a los interesados.
Ya entrados a una nueva temporada lo que se ha logrado debe servir para cimentar lo que ha sido esta provincia en materia de turismo y así no perder una fuente de ingresos que cimenta gran parte de la economía regional.