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BURRO  MUERTO (I)
BURRO MUERTO (I)
Por: Pedro Vincent Bowen
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Domingo 16 Enero 2011 | 00:00

El tema con mi amigo Freddy comenzó con el interrogante: ¿Qué se han hecho los burros de Manta y sus alrededores? Los cholos de la tribu los “patasaladas” (incluyéndome yo) con más de 50 años a cuesta, recordarán que antes de llegar a esta ciudad-puerto el agua que trajo Hugo Andrade Larrea desde Casa Lagarto, se transportada a los domicilios a lomo de burros.


Eran famosos los “cargadores de agua”: “el diablo” Galarza, Manolo, los “chivos” Pico, los “sacatronco”, los “pilosos” y muchos más.
Luego, los burros se fueron convirtiendo en elementos inútiles y de costoso mantenimiento. Hasta que los circos que llegaban por estas playas solucionaron (en parte) el problema: los burros eran vendidos para alimento de tigres y leones.
Pero (el infaltable), no se acabaron todos. En los barrios periféricos y poblados rurales siguieron utilizando los burros para traer productos del campo a los mercados y leña para la cocina doméstica y los hornos de las panaderías.
Hoy, ya ni esas actividades se ven por acá. Otro tipo de depredador se ha encargado de acabar con estos animales nobles a los cuales Juan Ramón Jiménez les dedicó su famosa elegía: Platero y yo.
Antes de seguir hablando de los burros, permitidme contaros lo que me contó Freddy sobre la actividad pesquera industrial... de la cual él es un experto.
Muchas de las naves, para eludir impuestos y regulaciones, utilizan banderas de otros países. Mientras que otras, perteneciendo a armadores extranjeros, se hacen pasar como “nacionales” para beneficiarse de subsidios.
Hasta aquí… ninguna novedad. La novedad empieza por la contratación de “veedores” (ojos secos), “biólogos”, que viajan a bordo de los barcos pesqueros con la finalidad de vigilar la “pesca indiscriminada”. O sea, Impedir la captura de especies en extinción: delfines, tiburones, tortugas, etc. que de manera “incidental” entran en las redes junto al atún.
El dato que tengo debe ser investigado por las autoridades competentes, dado que la mayor parte de estos “vigilantes” son jóvenes colombianos traídos por ciertas empresas atuneras. Los hacen estudiar en la Facultad de Pesca en la ULEAM. Y luego, con el cartón de “biólogos marinos”, los colocan en los buques de sus flotas. No es difícil entonces deducir los por qué no existen naves sancionadas, a pesar de que todo el mundo sabe que en las redes caen, junto al atún, las especies prohibidas que son lanzadas al mar… ¡ya muertas!
Tengo una versión que es imposible probar. ¡No hay escritura pública! Se dice, nomás, que un “biólogo”, al margen del sueldo, recibe un “bono” entre cinco y diez lucas extras (dependiendo del tamaño de la nave) por “mirar pa otro lado” durante el proceso de extracción o selección de la pesca (Continuará). <

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