Es la manera más sencilla y más noble de agradecer un favor, una actitud, una decisión. Con sólo pronunciar esta palabra envías un sentimiento puro de lealtad y de principios a quienes la reciben. Decir gracias es sentir que vive la bondad dentro del alma.

Esa es la palabra mágica que envío desde mi sitio de trabajo al pueblo de Portoviejo por su participación inmensa, numerosa, alegre, fraterna, en la Marcha Cívica del miércoles 14 de julio de 2010, que organizó la Universidad San Gregorio de Portoviejo.
Fue una marcha festiva para recordarla siempre; que sirva de referencia por aquello que Portoviejo ha soportado silenciosamente en las adversidades de su suerte, por esta otra que vendrá llena de esperanzas y concreciones. La primera acrecentada por las decisiones institucionales de autoridades que agravaron su sufrimiento, la segunda alimentada por la firme decisión de su pueblo de defender a su ciudad.
La marcha fue una exaltación a los valores cívicos de la ciudad y una respuesta a la pregunta formulada: ¿Dónde está? ¿Dónde se ha ido tu autoestima? Y has respondido con tu presencia diciendo: Aquí está, la tengo conmigo, ha estado dormida pero ya despertó y hoy se levanta como ave para denotar su vuelo.
Y fueron miles de vuelos los que cruzaron el cielo de Portoviejo para decir de una manera respetuosa y altiva que ya paren de olvidar a Portoviejo, que ya paren de contar historias tristes de desamparo a la ciudad; que hay que tomarla en cuenta, a la ciudad del ceibo y del tamarindo, para regresarla desde el olvido hasta el perdón, para volverla a convertir en la niña de los ojos bellos, en la urbe de las calles limpias, en la fuente de inspiración de los galanes, pintores y poetas.
Hoy renovamos nuestro espíritu para seguir trabajando, pero ahora imbuidos de gratitud y lealtad, esa razón de ser nos engrandece por ser generosos y hospitalarios.
Tenemos los proyectos sobre el tapete, vamos a comenzar ejecutando las propuestas, ¡pero ya! Porque para mañana es tarde. A trabajar cada uno desde el lugar que le corresponde. Que nadie tenga excusa en la demora. Y vamos a solicitarlo con respeto, con absoluto respeto y orden, porque nos corresponde, porque tenemos derecho y no nos cumplen por eso de  insurgentes.
Se exceptúa de este sentimiento de gratitud a la señora Gobernadora de la Provincia de Manabí, a quien en la visita que le realicé en su despacho filmó toda la conversación que mantuve con ella sin mi autorización, violentando con ello mis derechos constitucionales y por último negó la autorización para levantar un escenario en la calle Pedro Gual, aduciendo que no podía impedir el tráfico vehicular, espacio que ella el jueves 18 de enero lo había utilizado para celebrar una aniversario de la Revolución Ciudadana.  
Concluyo con este sentimiento que no acaba con esta palabra que sale de mi corazón para entregárselo a mi querido Portoviejo, más temprano que el propio sol del amanecer: Gracias, muchas gracias.