Con sincera y profunda indignación me refiero en esta ocasión, en sentido figurado, sobre una verdad indiscutible para definir el estado calamitoso y odioso de nuestras mal llamadas carreteras.

Los verdaderos culpables y responsables del estado desastroso de nuestras vías son la gran mayoría de los contratistas, pues ellos, pese a que los gobiernos anteriores y el actual les han entregado dinero para que terminen las obras dentro de los  plazos previstos, llevan años tonteándonos.
Allí han surgido las ambiciones desaforadas de muchos de estos contratistas, que con un pretexto u otro han ido demorando la culminación de los trabajos, para después recurrir innoblemente a los ya conocidos reajustes de precios, sin importarles para nada que los vehículos se nos destruyan, sin inmutarse ante los cientos y miles de accidentes con saldos fatales.
Dejen de pensar en sus ganancias y actúen en base a los principios morales y en los valores éticos que, estoy seguro, sus abuelos, padres y maestros sí se los inculcaron, pero que ustedes los han dejado de lado por su avaricia, poniendo a Manabí en una postración vial peor que la del infierno.
Allá Satanás mantiene en mejor estado sus vías, para que los muertos transiten. En cambio ustedes en vida nos martirizan acá en la tierra, en forma infame y perversa. No sean indolentes. Tengan un poco de vergüenza.
Señores representantes del Ejecutivo, de la Prefectura, de los municipios, de la subsecretaría de Transporte y Obras Públicas y de la extinta Corpecuador, de la Procuraduría, de la Contraloría, de la Fiscalía, asuman con responsabilidad  sus funciones y exijan valientemente a los contratistas de la vialidad manabita, antes de que ustedes y yo nos vayamos a dialogar con don "Sata".
Para muestras de la indignación popular menciono, solo por ahora, la carretera Portoviejo-Cruz Verde; Cruz Verde-Crucita; y Crucita la desembocadura del Río Portoviejo; Riochico-Rocafuerte, etc, ect. La lista es interminable