Actualizado hace: 938 días 8 horas 39 minutos
Juventud
Con adrenalina en la sangre

Lucen camisetas negras, orejas perforadas, collares y pulseras de colores y el cabello largo.

Domingo 13 Junio 2010 | 20:33

Su apariencia llama la atención, y algunas personas comentan en voz baja que parecen seres de otro planeta, pero la realidad es diferente; estos jóvenes son integrantes de la red de culturas urbanas que busca un espacio en la sociedad para desarrollar sus actividades,  que incluyen deportes extremos como patinar, andar en bicicleta o simplemente tocar música rock o la denominada heavy metal.
Los encontramos en la plazoleta 24 de Mayo, un lugar que presta las facilidades para practicar sus habilidades, y al que ellos reconocen que "lo invadieron"  ante la falta de espacios en la ciudad.
Henry Flores es dirigente de la red de culturas urbanas, una agrupación que nació para unir expresiones como el malabarismo y teatro callejero.
"Aquí habemos roqueros, metaleros, punkeros, skaters (patinadores), y bikers (ciclismo), el directorio de nuestra agrupación está conformado por un representante de cada etnia, pero en total somos cerca de 80 personas, entre hombres y mujeres, que conformamos las culturas urbanas", dijo Flores, quien tiene expandido el lóbulo de su oreja izquierda con un gran aro plástico que representa las culturas indígenas.
Diferentes e iguales
Mientras Flores dialoga con El Diario, sus amigos Andrés Moreira, Carlos Tapia, Andrés Vélez y Wladimir Mejía realizan acrobacias sobre bicicletas y patinetas.
Todos ellos señalan que lo único que los diferencia del resto de la sociedad son los deportes de riesgo que les gustan y la música "pesada".
Con la finalidad de abrir espacios dentro de la ciudad, hace dos semanas realizaron un festival de música denominado Alfaro Raymi, con el apoyo del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), el cual estuvo muy concurrido.
Necesidad

De a poco los jóvenes van llegando hasta la plazoleta 24 de Mayo, algunos a bordo de sus bicicletas y otros con la patineta bajo el brazo; con la mirada recorren el lugar y de inmediato se lanzan a la aventura.
Ellos no corren, vuelan sobre sus pequeños vehículos realizando proezas como saltar sobre los bancos, lanzarse desde una rampa improvisada, mientras los conductores que pasan por la calle Sucre los observan entre asombrados y asustados.
Conscientes de las miradas, pidieron que se los entienda y se los acepte como son, porque sólo quieren sentir la adrenalina en la sangre.

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