Dar consistencia y coherencia al discurso, tener una tesis, sostener y demostrar su factibilidad. Es así cómo los líderes de opinión deben procurar argumentar más que gritar, sostener más que ofender, calificar más que descalificar, convencer más que escandalizar; estudiar y analizar antes de reaccionar. Eso daría fuerza a las posturas y no evidenciarían pobreza argumental.