Entre los cambios sustanciales consta el establecimiento de una especie de conscripción rural, por un año, para quienes aspiren entrar al magisterio nacional, entendiéndose que de acuerdo a la evaluación efectuada dependerá su ingreso. Cuando existan vacantes, en la selección de los docentes primará la residencia de los aspirantes, dando preferencia a los que viven en los lugares donde se produzcan las necesidades. Igualmente, se restablecen los cursos para ascensos de categorías cada cuatro años para los maestros de la zona urbana y tres para los de la rural, agregándose a las causas para que un profesor cese en sus funciones la de no aprobar la evaluación docente en dos oportunidades. Pero, especialmente, las reformas tienden a anular la injerencia que sobre el magisterio tiene la Unión Nacional de Educadores (UNE), restándole presencia en comisiones como la de Defensa Profesional, suprimiendo el estatus especial que mantienen el presidente y el secretario de la UNE como la licencia con sueldo durante su período, entre otras. Para todos es conocido que la UNE es gobernada por el Movimiento Popular Democrático (MPD) y creemos que es bueno que el magisterio se despolitice, pues la función del educador es precisamente educar sin tendencias más que aquellas que los lleve a la excelencia en su formación y la de los estudiantes, requisitos indispensables para que una nación progrese y se desarrolle en todos los sentidos. Sin embargo, esperamos que las reformas propuestas conlleven ese gran objetivo de vigorizar el sistema educativo y no escondan otros intereses que conlleven a un simple cambio de ideologías.