"Son niños que no causan nunca disgustos", asegura María Victoria Troncoso, que en 1976 alumbró una chiquilla con el síndrome de Down. Sucede un caso por cada 800 alumbramientos, entre jóvenes de 30 a 34 años. Ya no germinan chavales con el síndrome de Down, porque son exterminados cuando aún se localizan en el claustro materno.