El desdén de la práctica religiosa por la juventud no es sólo a causa de un ambiente inmoral o pasota, sino a la ignorancia sobre lo esencial. Realidades tales como la Ley del Amor cuyo desprecio implica la condenación eterna, la felicidad que proporciona la cercanía y la confianza en Dios como Padre, o considerar la vida como una inversión divina de la que rendiremos cuentas al morir, constituye la verdadera sabiduría y un gran soporte vital.