La zona tiene vegetación y una vista privilegiada de Portoviejo; la vida aquí sería bonita si no fuera por los muchos problemas que en la vida práctica padecen sus vecinos. Olga Soldedispa, llegó hace 28 años al sector. Junto a su esposo dejaron San Plácido para instalarse en la capital manabita en busca de días mejores. Cuando llegaron a lo que era una loma llena de maleza, habían pocos vecinos, José Solórzano y la familia Vera, no habían calles, y para llegar al centro de Portoviejo tomaban atajos en medio de los montes. La Subidita al Cielo toma ese nombre porque los habitantes viven en un complejo de cuatro cerros muy empinados, que ponen a prueba los nervios de los conductores más osados y los peatones más resistentes para llegar hasta las últimas casas, que están a más de 300 metros desde la carretera. El sector está entre la calle Pedro Gual o carretera a El Rodeo, y la ciudadela Cevallos, es por ello que fácilmente se pueden desplazar hasta el centro de la ciudad o a la ciudadela Pacheco. La vida en la zona ha cambiado poco, siguen con la misma carencia de agua potable, la cual dijeron hasta hace 19 años tenían, ahora para abastecerse deben pagar 15 dólares a los tanqueros, tampoco hay alcantarillado y la recolección de basura es limitada. Lo único que mejoró fue la vialidad, pues las calles fueron adoquinadas cuando Humberto Guillem fue prefecto, recordó doña Olga, de allí no hay mejoras. Otro de los problemas que no ha permitido el desarrollo es la venta de drogas, pues la marihuana y la cocaína están a la vuelta de la esquina.