Actualizado hace: 938 días 22 horas 47 minutos
Melvyn O. Herrera C.
Clemente Yerovi, el presidente que no se encariñó con el poder

El 28 de marzo de 1966 Ecuador estaba al borde del caos: nueve días de paro, universidades al desaparecer, muertos, heridos y cientos de prisioneros era el saldo de la lucha del pueblo contra la dictadura militar. Con disturbios en casi todo el país, el Estado Mayor presionó a la Junta Militar que cesara en sus funciones.

Lunes 23 Marzo 2009 | 21:58

Al día después, con la anuencia de altos oficiales del Ejército, en el Ministerio de Defensa, las fuerzas políticas y las cámaras de la producción designaron presidente provisional a don Clemente Yerovi Indaburu, quien juró la presidencia a la edad de 62 años. Yerovi se propuso tres metas: convocar a elecciones para que una Asamblea designe a su sucesor; reflotar la economía nacional; e irse del poder en cuanto se instale la Asamblea. Cumplió su propósito al pie de la letra. Aplicó medidas de choque por el peligroso desequilibrio fiscal, la pérdida de las reservas internacionales y el crecimiento inflacionario; reajustó el presupuesto del Estado y adoptó medidas monetarias correctivas; con éstas, Yerovi logró recuperar la economía y afirmar la estabilidad monetaria. El pueblo tomó con madurez la amarga medicina, porque la imagen del presidente daba confianza, lo que no había sucedido con las medidas de la Junta Militar, en conjunto, más benignas. Otra obra destacable, fueron las bases legales para la construcción del puente sobre el río Guayas. Una vez elegido el presidente de la Asamblea, Yerovi le envió su renuncia irrevocable y después de menos de 8 meses de ejercer la Presidencia de la República, manejando su automóvil particular regresó ese mismo día al Guayaquil de sus amores. "Goberné con las maletas hechas", confesó; además, "mientras tuvo lugar mi corta actuación al frente de los destinos de la Patria, todos los días sin faltar ninguno, me encomendaba a Dios pidiéndole 3 cosas: equivocarme lo menos posible; llegar a la Constituyente que era el mandato a cumplir; y finalmente, no tomarle cariño al Poder; creo que estos favores me fueron otorgados". Yerovi no pronunciaba fogosos discursos, “Eso se lo dejo para Velasco Ibarra y Arroyo del Río”, decía, y se recuerda que él no mostró preferencias por partido o político alguno; si éstos querían dinero para alguna obra, él recalcaba que estaba para cuidar el erario nacional y que no ofrecía lo que no podía cumplir. Yerovi nunca respondió a los ataques -que si existieron- y jamás insultó; él decía que tenía que trabajar, y así lo hacía. Cuando los políticos y buena parte del Ecuador le pidieron que prosiga en su gestión, respondió: “Mi palabra está por sobre todo; a mí me ofrecieron estar por meses y hay que dar ejemplo al país; hay que enseñarle a los políticos que se debe cumplir con la palabra”.
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