El derecho a guardar silencio se ha convertido en un escudo clave para miles de migrantes ecuatorianos y de otras nacionalidades en Estados Unidos. En este contexto, la llamada “tarjeta roja”, un simple documento de bolsillo, se ha transformado en la herramienta más popular para ejercerlo frente a agentes de migración.
Este recurso, disponible en español e inglés, ha alcanzado una distribución histórica en 2025. De acuerdo con El País, hasta marzo de 2025 se habían tramitado cerca de nueve millones de tarjetas, más que en los últimos 17 años juntos. Organizaciones pro inmigrantes destacan que esta herramienta no solo orienta, sino que también empodera a comunidades vulnerables que desconocen sus derechos básicos en encuentros con ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos) o la Policía.
Un recurso legal al alcance de todos
La tarjeta roja condensa en frases directas los derechos fundamentales:
“No abra la puerta… No responda preguntas… Tengo derecho a guardar silencio… Quiero hablar con un abogado”.
Abogados de defensa migratoria y activistas coinciden en que portar este documento reduce el riesgo de abusos. “Lo esencial es invocar el derecho de manera clara; callar sin decir nada no basta”, recalcan juristas consultados por medios internacionales.
Este documento es gratuito y se puede adquirir a través del portal del Centro de Recursos Legales para Migrantes. Se puede descargar en formato PDF e imprimirse.
Datos que revelan la magnitud del fenómeno
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9 millones de tarjetas distribuidas de enero a marzo de 2025, según El País.
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Más que en los 17 años anteriores juntos, lo que refleja el aumento de redadas y detenciones migratorias.
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La mayoría circula en barrios con alta población latina, donde se concentran operativos del ICE.
La cifra muestra cómo la incertidumbre frente a políticas migratorias más estrictas ha impulsado una demanda masiva de información práctica y de fácil acceso.
La tarjeta roja es mucho más que un papel
Lo que podría parecer un simple documento impreso es, en realidad, una forma de autodefensa legal preventiva. En situaciones de tensión —como una visita inesperada en el hogar o una detención en la vía pública—, sacar la tarjeta y leer sus frases puede marcar la diferencia entre un arresto arbitrario y el respeto a los derechos constitucionales.
La expansión de este recurso ha sido acompañada por talleres comunitarios, campañas digitales y organizaciones que enseñan cómo actuar ante operativos. Para muchos inmigrantes, la tarjeta es símbolo de resistencia y de conocimiento compartido.
El silencio, lejos de ser pasividad, se consolida como una estrategia de poder. En tiempos en los que millones de inmigrantes viven bajo la amenaza constante de redadas, la “tarjeta roja” no solo recuerda los derechos más básicos: también se ha convertido en un instrumento de dignidad y supervivencia, un aliado silencioso que cabe en el bolsillo.