Los incendios forestales no solo consumen hectáreas de bosques en cuestión de horas, también impulsan un ciclo peligroso que agrava el calentamiento global. La pérdida de cobertura vegetal libera millones de toneladas de carbono y reduce la capacidad de los ecosistemas de absorber gases de efecto invernadero.
Expertos ambientales advierten que la deforestación por fuego se ha convertido en uno de los principales motores de la crisis climática. “La quema de bosques elimina su función como sumideros de carbono y, al mismo tiempo, genera condiciones que facilitan más incendios en el futuro. Es una retroalimentación peligrosa”, señala el científico brasileño Carlos Nobre, quien alerta que la Amazonía podría alcanzar un punto de no retorno si la degradación continúa.
Algunas cifras que dejan el cambio climático
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La deforestación y los incendios representan entre el 12 % y el 20 % de las emisiones mundiales de CO₂.
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Las emisiones de dióxido de carbono por incendios forestales aumentaron un 60 % entre 2001 y 2023, según la NASA.
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En regiones boreales, las emisiones se triplicaron en las últimas dos décadas debido al clima más seco y cálido.
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En 2023, los sumideros de carbono terrestres (ayudan a mitigar el cambio climático) captaron solo 1,5 a 2,6 mil millones de toneladas de CO₂, muy por debajo del promedio histórico de 7,3 mil millones.
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En la Amazonía brasileña, la degradación forestal contribuyó tres veces más que la deforestación directa a la pérdida de biomasa aérea entre 2010 y 2019.
Bosques bajo presión por incendios forestales
La degradación forestal ocasionada por los incendios no solo libera carbono, también disminuye la resiliencia de los ecosistemas. Esto significa que los bosques afectados tardan más en recuperarse, pierden biodiversidad y reducen su capacidad de regular el clima regional.
A nivel internacional, instituciones como Le Monde y The Guardian han documentado cómo la combinación de deforestación y fuego pone en riesgo la estabilidad climática. En el caso de la Amazonía, los científicos calculan que si se alcanza entre un 20 % y 25 % de destrucción, la selva podría transformarse en una sabana árida, alterando el ciclo de lluvias y aumentando la temperatura global.
Katharine Hayhoe, científica de The Nature Conservancy, advierte: “En un mundo más cálido ya estamos viendo incendios forestales más extremos que ponen en riesgo tanto a las personas como a la naturaleza. No es solo cambio climático: factores como la acumulación de combustible, antiguas prácticas de manejo del fuego, la expansión urbana y falta de inversión en resiliencia frente a incendios también juegan un papel.”
Un ciclo que se retroalimenta
Los incendios intensificados por la sequía y las altas temperaturas liberan más carbono, lo que a su vez incrementa el efecto invernadero. Esto genera condiciones más propicias para nuevos incendios, cerrando un círculo vicioso. Así, la deforestación por fuego no solo destruye bosques, sino que acelera el cambio climático a escala planetaria.
El futuro climático depende en gran medida de frenar este fenómeno. Proteger los bosques significa mantener activos los pulmones del planeta, preservar biodiversidad y garantizar la estabilidad de las comunidades que dependen de ellos. Si no se detiene la cadena de incendios y deforestación, el calentamiento global avanzará con mayor rapidez, poniendo en jaque al equilibrio ambiental del que depende la vida.