Filomena Chávez Mora, «La Coronela», se negó a vivir bajo el silencio que la época reservaba a las mujeres. Nacida en 1884 en El Guabito, Portoviejo, creció entre conversaciones sobre libertad y justicia. A los 10 años, su grito de “¡Que viva Alfaro!” le valió la expulsión escolar. Pero lejos de amedrentarla, aquel castigo la convirtió en lo que siempre fue: una insurgente.
A los 15, se unió a las tropas del coronel Zenón Sabando como mensajera y enlace, llevando partes militares a través de caminos vigilados. Su hermano, el capitán Ismael Chávez Mora, fue su aliado. Ni las amenazas del obispo Pedro Schumacher ni la sombra de la excomunión la detuvieron. “La Coronela” ya no pertenecía a la comodidad del hogar, sino a la intemperie de la lucha. Acompañó la revolución de Eloy Alfaro.
En 1910, llegó a Guayaquil al frente de cien hombres, dispuesta a combatir contra Perú bajo las órdenes del general Flavio Alfaro. Ambos países estuvieron al borde de la guerra debido a tensiones fronterizas y disputas territoriales.
Cuando no fue necesario ir a la frontera, regresó a Manabí para sumarse a la revolución del coronel Carlos Concha en Esmeraldas como respuesta al crimen del 28 de enero de 1912, que arrancó la vida a Eloy Alfaro y sus leales en Quito. En una batalla fue derrotada y apresada, pero un indulto presidencial la devolvió al viento libre de la costa.
«Las guarichas» y la nueva voz de la mujer
La Revolución Liberal no solo fue pólvora y proclamas. También abrió un nuevo capítulo para las mujeres. «Las guarichas” —combatientes y logísticas de la causa— dejaron huella: María Isabel Muentes, Sofía Moreira de Sabando, organizadora de abastecimientos; Juana Miranda, sargento mayor y fundadora de la Maternidad de Quito; y Marieta Alfaro, heredera del temple alfarista. Y muchas mujeres más.
Estas mujeres enfrentaron un contexto de opresión política y religiosa, donde ser liberal era considerado herejía. Bajo el ideario liberal, Ecuador vio nacer el matrimonio civil (1895), el divorcio (1902, ampliado en 1910), la creación del Registro Civil (1901) y escuelas normales femeninas como las de Manuela Cañizares y Rita Lecumberry, que permitieron a las mujeres formarse y acceder a empleos públicos. La Revolución Liberal arrancó las primeras cadenas legales y simbólicas que las mantenían relegadas.
El eco de una vida: Filomena Chávez
Filomena Chávez murió el 27 de septiembre de 1961 en Manta. Fue un faro para las que vendrían. Su legado es el retrato de una mujer que entendió que la libertad no se pide: se toma y se defiende.
En cada aula donde estudia una niña ecuatoriana, en cada oficina pública donde trabaja una mujer, late un poco de esa victoria que Filomena ayudó a forjar, sable en mano y voz de combate. Porque «La Coronela» no peleó solo por un gobierno, el de Eloy Alfaro: peleó para que su país aprendiera a mirarlas de frente.